"La soja es peronista", se escuchaba decir en el escenario político en 2020; por entonces, tras castigar al gobierno saliente por la sequía de 2018, la oleaginosa recuperaba condiciones de cosecha y precio internacional, para acompañar el advenimiento de la administración de Alberto Fernández.
Saben los productores que nadie tiene el cielo comprado, y menos a razón de sesgos ideológicos. Aquél escenario a la salida del gobierno de Mauricio Macri es lo que hoy padece -potenciado- Sergio Massa. El ministro -claro- no es el presidente, pero ejerce como tal y hasta reclama las condiciones en las que debe elegir candidato el Frente de Todos, sin interna. El ministro contra el enunciado del presidente.
La Bolsa de Comercio de Rosario, en su último informe, detalló que la presente campaña de soja es apenas 20% de lo que se pronosticaba cuando se sembró entre noviembre y diciembre. Se proyectaban 19,8 millones de toneladas a inicios de la campaña; se estima a mayo próximo una cosecha de apenas 3,9 millones de toneladas tras el nuevo "ajuste" en el cálculo de la semana pasada.
"Hoy, con la cosecha de soja de primera casi por finalizar y con un avance del 70% en la de segunda, hay nuevos recortes de producción", reseña la Bolsa rosarina, que pone a la presente campaña como la peor en 15 años. El trigo a sembrar necesita aún de lluvias que "El Niño" promete pero todavía no llegan en el volumen necesario. Ni siquiera el horizonte climático termina de despejar las dudas del ministro. O mejor decir las certezas: no hay granos por vender -ni dólar soja que convenza- para recomponer las arcas arrasadas.
Queda el recurso de pedir unos US$11 mil millones al FMI; el organismo podría concederlos, pero reclama a cambio una devaluación no menor del 30%, a despecho del juramento del tigrense ("antes de devaluar, me voy") o del límite aceptable de su socia política, Cristina Fernández.
Es tragicómico que se hagan "juramentos de sangre" respecto de no devaluar. El Banco Central está devaluando al 8 o incluso al 10% mensual, como si eso no se notara. Pero apenas alcanza para no retrasar más el tipo de cambio.
Importaba menos que Guillermo Moreno dijera que no había inflación en 2013, cuando la inflación era del 26,7% y el PBI crecía al 2,9%. Ahora hay estancamiento e inflación interanual instalada en un nuevo piso, viajando al 108,8% en 12 meses y con la perspectiva de alcanzar 146% según el Relevamiento de Expectativas del Mercado del Banco Central. Hay más honestidad en el Indec, pero la gente siente el impacto cuando compras la comida,
¿Por qué querría Sergio Massa ser candidato presidencial con este escenario? Animal político ambicioso, el ministro mira los pronósticos de El Niño que ahora promete lluvias que mejorarían exportaciones de granos y carnes, que se sumarían a las de gas de Vaca Muerta, petróleo convencional y no convencional, cobre y litio.
Son divisas que cimentarán la oportunidad política -socioeconómica- del país hacia 2026. Una que está ahí, a la vista, abismo mediante.