Por Néstor Fenoglio
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Es evidente que la gestión del Dr. Binner, a punto de culminar, no ha puesto el acento en la obra vial. Es una decisión política, es una elección, además ratificada en las urnas y hay poco que discutir al respecto. Es evidente también que la gestión se inclinó, en materia de obra pública, hacia salud, con un puñado de centros de salud y hospitales, culminados algunos y a medio hacer otros; hacia el diseño de un sistema de acueductos, estratégico pero haciendo los primeros palotes; y hacia cultura y educación. A la gestión Binner, me parece, pura opinión personal y por ende relativizada desde su propio parcial origen, no le interesó la obra vial, no la siente como una inversión estratégica, no es la forma en que quiere ocupar el territorio provincial.
Una prueba de ello es la escasa cantidad de obras viales nuevas encaradas por el gobierno de Binner, que contrasta claramente con la gestión anterior, de Obeid, que realizó más de 1.000 kilómetros de rutas nuevas. Son políticas; no necesariamente hay una valoración negativa o positiva en la elección de una u otra inversión.
Otra prueba es que dentro del Frente, la “obra pública” recae en el socio radical y no en manos propias del socialismo, que se reservó para sí los ministerios donde sí iba a ver “juego”. Los titulares de Vialidad Provincial fueron en la gestión Binner los radicales Placenzotti y ahora Martino. He escuchado en distintos ámbitos, al calor de las protestas por falta de obras viales, hasta pedidos de renuncias que incluían al ministro Storero. En realidad, los cambios no pasan por allí, porque, reitero, se trata de una política -o una falta de política- de la gestión Binner. Cambiar uno u otro en esa área no tiene sentido, sencillamente porque no cambiará la impronta elegida que esquiva el desarrollo vial para privilegiar otras inversiones.
En todo caso, la decisión legítima de privilegiar determinadas líneas de acción y obras por sobre otras, no soslaya ni disimula responsabilidades de la provincia: hay una notable carencia de obra vial. El resultado inmediato es la caída vertical de la transitabilidad de muchas rutas de la provincia y la ausencia de nuevas trazas, cuyo reclamo excede a esta gestión pero no le minimiza ni quita la obligación de asumir el problema.
A esta situación debe sumarse la pésima o nula relación con el gobierno nacional que impide coordinar mínimamente obras con Vialidad Nacional -que trabaja por su cuenta- o lograr traer nuevas inversiones. Para muestra basta un botón: la postergada Ruta Nacional 33 en Santa Fe está colapsada; en Buenos Aires, nueva...
El que espera...
Por estos días, el gobierno provincial ha anunciado la licitación de obras de bacheo y mantenimiento para varias rutas provinciales. Es una buena noticia porque muchas de ellas están en estado calamitoso (cuesta ver por ejemplo la 4 destrozada en la zona de los puentes sobre el Salado y Cululú, cuando se trata de una ruta inaugurada hace poco en esta misma gestión) pero es también la confesión de que todo se arreglará con parches y pateando el problema para adelante,
Cuesta creer que una provincia como Santa Fe, con o sin ayuda nacional, no pueda terminar 8 kilómetros -sí, ocho, en letras o números- de la Ruta Provincial 62 entre Cayastá y Emilia en cuatro años. Estaban pendientes desde el gobierno de Obeid y el de Binner finalizará dejándolas inconclusas.
Le ha costado muchísimo a esta administración retomar y ejecutar obras que le dejó “en marcha” la gestión anterior. Se adujo que Obeid le marcó la cancha a Binner afectando presupuesto en materia vial para los años siguientes y es cierto; como también que Binner le dejará el mismo paquete en materia de acueductos a varias gestiones. Está bien: eso es continuidad jurídica y operativa, cualquiera fuera el signo político del que gobierna.
Este gobierno, en cuatro años, no pudo terminar la Ruta 19, no pudo terminar la Circunvalación Oeste, no pudo terminar los 8 kilómetros de la 62, no pudo terminar y ni siquiera definir qué obra quiere para la autovía de la 1, no pudo establecer opinión sobre el puente sobre el Leyes, entre muchas otras obras viales del centro norte de la provincia.
En el medio, pudo haber problemas con renegociaciones de contratos, problemas de inflación, problemas de presupuesto, pero lo cierto es que a este gobierno le cuesta hacer o terminar rutas y ello no tiene que ver con quién está a cargo de Vialidad o del Ministerio correspondiente.
Bonfatti, gobernador electo, tampoco tendrá puesto el acento en esta área. Debe terminar hospitales y dedicarse a cumplir la promesa de campaña, que es también una necesidad acuciante, de construir viviendas.
No se trata de afirmar que la política vial del gobierno anterior era un lujo (no lo era, en muchas cosas: se dedicó a darle “partecitas” de rutas a todos culminando pocas), pero está claro que es por lo menos deficiente la actual; en tanto se abren interrogantes sobre la próxima, condicionado como está el presupuesto en otras obras.
En medio, sin sintonía con la Nación (que también debe dar respuestas a la 33, a la 34 y a la 11), Santa Fe recibe todos los camiones del país que andan a las vueltas y también los que pasan por el corredor bioceánico. Ocho años -los cuatro de Binner, los cuatro de Bonfatti- sin trabajo consistente en las rutas, sólo con bacheos, conforman un retroceso enorme, una implosión, y queda claro con los últimos reclamos que la gente ya no tiene paciencia y solicita soluciones, también en materia vial.