Viernes 10.9.2021
/Última actualización 18:19
La vida es un bien absoluto. Está por sobre todas las cosas, por ante todo. Y aunque a veces duela y el camino que ésta marca se vuelva difícil, sus sinuosos obstáculos se pueden sortear. La vida así entendida es el anverso y se contrapone a su reverso, que es el suicidio, el acto de quitarse la propia vida: nunca esta muerte es la salida pues morir así es la nada, un viaje hacia ningún lugar del cual nunca se podrá retornar. Y el suicidio se puede prevenir, aunque en pleno siglo XXI siga siendo un tema tabú.
¿Por qué urge hablar del suicidio? Porque según la OMS/OPS, a nivel mundial el acto de quitarse la vida es la segunda causa de defunción entre adolescentes y jóvenes de 15 a 29 años. Más de 800 mil personas se suicidan cada año, es decir, ocurre un suicidio cada 40 segundos; incluso la mortalidad por suicidio es superior a la mortalidad causada por las guerras y los homicidios. Así de grave es la otra "pandemia silenciosa": otra vez, el "de eso no se habla" no sirve.
A nivel nacional, en 2018 (de acuerdo a la Dirección de Estadísticas e información en Salud del Ministerio de Salud de la Nación), se registraron 3.322 suicidios en todo el país. Ese año hubo 336.823 defunciones totales en la Argentina, de las cuales 19.472 fueron atribuidas a causas externas, y dentro de este grupo se comprende a los suicidios, que representan el 6% del total de muertes. Con todo, el acto de autoflagelarse fatalmente era la tercera causa de muerte en el país, dos años antes de la pandemia por Covid-19.
Archivo El gráfico muestra el mapa del suicidio según la OMS.El gráfico muestra el "mapa" del suicidio según la OMS. Foto: Archivo
A su vez, un estudio argentino reciente advirtió que el 8,7% de los mayores de 18 años presentarán trastorno depresivo mayor en algún momento de su vida, cuadros que se estarían incrementando por las características inéditas de esta pandemia.
Sobre este contexto, cómo prevenir el suicidio es la pregunta más importante a responder. Aquí aparecen varias aristas: primero, estar alertas a las "señales" que puede dar una persona con tendencias suicidas (la cual podría manifestar depresión, angustia, decaimiento crónico, retraimiento y tendencia a no socializar); pedir ayuda urgente a profesionales médicos; empezar a hablar de un tema tapado por los prejuicios de la condena social o del miedo íntimo. Y hablar, sobre todo, en las escuelas secundarias.
La OMS recomienda como medidas preventivas eficaces: "Restringir el acceso a los medios utilizados (para la autoflagelación); información responsable en los medios de comunicación; introducción de políticas sobre el consumo de alcohol y estupefacientes; identificación y tratamiento tempranos; formación del personal sanitario, y seguimiento y apoyo de la sociedad. "La mayoría de los países no ha establecido una estrategia nacional de prevención del suicidio", advierte la Organización.
En la víspera del Día Internacional de Prevención de Suicidio, que se conmemora este 10 de septiembre y busca visibilizar la problemática, El Litoral consultó al Dr. José Domínguez, médico psiquiatra, ex presidente del Colegio de Psiquiatría de Santa Fe y actual integrante de la Asociación de Psiquiatras Argentinos.
-¿Cuáles son los factores de riesgo detonantes que pueden llevar a una persona a pensar en quitarse la vida, desde el punto de vista de la psiquiatría?, consultó El Litoral a Domínguez.
-Puede haber factores genéticos con causas desconocidas, y esto es algo que está permanentemente en estudio, pues puede deberse a una relación hereditaria. En este punto debemos tener el doble de cuidado con pacientes que nos cuentan que tuvieron un familiar cercano que se suicidó. Hay también factores biológicos en personalidades impulsivas o bien con baja autoestima, con tendencia a las depresiones crónicas.
Y después, sin dudas hay desencadenantes principales que son psicológicos. Por ejemplo, los factores estresantes del día a día. Más allá de que haya o no predisposición (al intento de suicidio), vemos muchas situaciones de alto estrés que se viven permanentemente; o situaciones traumáticas que se padecen, o cuadros depresivos que puede ser elementos desencadenantes. Todo esto se empieza a ver desde edades muy jóvenes.
En este sentido, los estudios que hoy se hacen a nivel mundial tienen relación con el suicidio y la adolescencia. Si bien hay suicidios en todas las edades, hay un grupo que preocupa mucho y que va de los 15 a los 29-30 años: a nivel global, el suicidio aparece como la segunda causa de defunción después de los accidentes de tránsito. En personas más adultas es la quinta causa de muerte, porque allí entran en juego enfermedades cardiovasculares u oncológicas, por ejemplo.
Domínguez sugiere estar alertas a las señales (o los síntomas) que puede manifestar una persona con tendencia suicida. "Si nos toca ver a alguien con desesperanza, angustia, tristeza, falta de energía crónica y de apetito, depresión, con retraimiento hacia la sociabilización, eso nos tiene que hacer abrir los ojos, de alguna manera tratar de hablar del tema, no esquivarle. Debemos estar atentos a estos signos".
-¿Qué decirle a un familiar que nota que una persona cercana manifiesta estos síntomas y que podrían estar indicando la posibilidad una tendencia suicida?
-Si un familiar ve signos de alerta, lo que puede hacer es consultar a un profesional médico sin forzar al paciente a que lo acompañe a la consulta, porque por ahí si éste se siente espantado (al no querer hablar del tema, se termina asustando y se cierra), y con ello se dificulta su atención. Entonces, se puede pedir una consulta sin que esté el paciente, o un asesoramiento sobre cómo transmitir un mensaje para empezar juntos a buscar ayuda.
¿A quién pedir ayuda? Lo ideal es una persona especialista en salud mental. Pero todos los médicos que hacen atención primaria (en los dispensarios o centros de salud barriales, por ejemplo) están entrenados para saber derivar a tiempo. Hay que subrayar que lo peor que se puede hacer es no hablar sobre esto. Y al ser el suicidio un tema tabú, siempre se malinterpretó: como que hablar sobre esto podía ser un desencadenante para que las personas piensen más en la muerte. Esto es un mito.
Domínguez insiste en que es clave empezar a hablar y escuchar sobre el tema, como una herramienta central para prevenir intentos de suicidio. "Creo que hay que generar instancias de diálogo dentro de grupos de adolescentes, ya sea en escuelas, clubes, con charlas sobre el tema".
Y da un ejemplo comparativo: "Hacer unos años era medio raro hablar en los ámbitos escolares de la educación sexual. Pero hablando de eso, hubo muchas cosas que se mejoraron y evitaron. Y a lo mejor la prevención del suicidio, dentro de un tiempo (que espero no sea muy lejano), podría hasta ser parte del temario de una materia en las secundarias -sugiere-. Habría que planificarlo, por supuesto. En el aula está la escucha y circula la palabra. Si se hace algo de esto a nivel de la adolescencia, resolvemos gran parte de este problema que es grave, pero se puede prevenir".
El Dr. José Domínguez es médico psiquiatra, ex presidente de la Asociación de Psiquiatras de Santa Fe y actual vocal de la Asociación de Psiquiatras Argentinos (APSA) por la Región Litoral. También es director médico de Clínica Vitasur.
Quien necesite atención en salud mental en la provincia de Santa Fe, puede llamar al 0800 555 6549 ó al 107, donde serán atendidos por especialistas.
La fantasía y la consumación
-¿La pandemia agravó la situación de las tendencias suicidas?, preguntó este diario a Domínguez.
-Sí, por supuesto que se vio el impacto. Aumentaron mucho más las consultas por cuadros depresivos, situaciones de estrés o trastornos de ansiedad en comparación con años anteriores. Y todos estos son factores de riesgo que podrían llevar a una conducta suicida. No obstante, no tenemos todavía una tasa de mortalidad clara sobre las estadísticas de 2020 y lo que va de 2021.
Según estadísticas recientes a las que accedió El Litoral, en Latinoamérica más de 300 millones de personas sufren depresión. En la peor de las consecuencias de la depresión puede derivar en suicidio (se estima que 38.000 personas se quitan la vida por año en América Latina. La depresión es más común en las mujeres (5,1%) que en los hombres (3,6%). El número total de personas que padecen depresión en el mundo es de 322 millones. La pandemia agravó la situación.
Las personas con trastornos mentales graves mueren de 10 a 20 años antes que la población general. Las enfermedades de salud mental constituyen una epidemia silenciosa que ha afectado a las Américas mucho antes de Covid-19, con depresión y ansiedad como dos de las principales causas de discapacidad.
-Hay un vínculo directo entre la idea de "fantasear" con la muerte y la consumación del acto de quitarse la vida?
-Éste es un tránsito muy difícil de medir. Nosotros no podemos confiarnos si un paciente "esté manipulando", por ejemplo, que sugiera su propia muerte pero que a la vez diga que nunca no lo haría. Hay que tener mucho cuidado y jamás minimizar ningún caso.
Por otro lado, si hablamos de un protocolo de tratamiento, lo último sería pensar en una internación. Pero aquí me parece que tendríamos que pensar al revés: si hay una idea de muerte dando vueltas en la cabeza de una persona, no existe otra conducta de mayor riesgo que ésa. Entonces, creo que aquí lo ideal en este caso sería hacer una internación aunque sea breve, para hacerle una observación al paciente, hablar con la familia o personas allegadas, y desplegar otras estrategias para asegurarnos de que el riesgo no pasará a ser mayor (que esa persona llegue a intentar autoflagelarse), después se verá de implementar un tratamiento ambulatorio.
Todo depende del paciente: hay algunos que ni siquiera necesitan medicación, otros que pueden resolver su estado con una terapia psicológica; otros quizás necesiten un tratamiento de varios meses con un antidepresivo; o a lo mejor otro tiene la idea de la muerte y todo eso está asociado al consumo problemático de estupefacientes. En este último caso, lo importante es desintoxicarlo y sacarlo del entorno que lo llevó al problema que tiene. Cómo se aborda cada caso depende del cuadro que manifieste cada paciente.
Pero si una persona refiere que tiene la "fantasía" ahí rondando de la idea de muerte, a esto no se lo puede minimizar, no se le puede quitar importancia. Y el criterio de internación prevalece.