Desde hace un tiempo los barrios de la ciudad han cambiado dramáticamente su fisonomía.
Desde hace un tiempo los barrios de la ciudad han cambiado dramáticamente su fisonomía.
Y hay una única causa que explica esta situación.
La aparición de siniestros “personajes”, que con sus actividades “non santas” obligaron a los buenos vecinos a permanecer encerrados en sus casas o, lo que es peor, a mudarse de barrio.
De repente la inocente costumbre de tomar mates en la vereda o ver a los más chicos jugando un “picadito” en la plaza o simplemente caminar por las calles, se volvió riesgosa.
Siempre flota en el aire la sensación de que en cualquier momento puede desatarse un tiroteo u otra acción delictiva.
Las situaciones más desagradables giran siempre en torno a una (o varias) vivienda donde se ejerce la comercialización de estupefacientes.
Estos verdaderos “kioscos” funcionan las 24 horas y son generadores de los más variados conflictos, muchos de los cuales terminan de manera trágica.
Detectarlos es por demás de sencillo. Porque su labor no pasa desapercibida para nadie. Autos, motos y personas de a pie “desfilan” a toda hora en busca de la mercancía.
Así lo explicó hace un mes el suboficial Pablo Cejas quien reveló que existe una lista de “kioscos” que no se pueden tocar. El uniformado fue baleado en un “extraño” suceso que todavía hoy no fue esclarecido.
En sintonía con los dichos de Cejas se expresó Rocío Ríos, la mamá del pequeño Exequiel. La mujer (también policía) señaló que su hijo fue baleado por “comerciantes de drogas” que se instalaron en San Agustín.
Conceptos como “narcos” o “soldaditos” ya forman parte de los temas de conversación en las mesas de las preocupadas familias santafesinas.
Sin embargo ninguna de estas imágenes parece llegar a los escritorios de quienes supuestamente deben combatirlos.
No se sabe cuántos “kioscos” “tumbó” la policía en lo que va del año. Tampoco cuántas “cuevas de drogas” halló durante el año pasado. Se sospecha que muy pocas.... o ninguna.