En un mundo donde el ritmo de vida moderno parece estar en constante aceleración, la llamada "enfermedad de la prisa" se convirtió en un problema cada vez más común. Este término, aunque no describe una patología específica, se refiere a un estilo de vida que está marcado por una sensación constante de urgencia, estrés y la necesidad de estar siempre ocupado.
Marisa Russomando, licenciada en Psicología, dialogó con El Litoral sobre este fenómeno, ofreciendo una perspectiva profunda sobre sus causas, efectos y posibles soluciones.
El estilo de vida acelerado
Russomando explicó que la "enfermedad de la prisa" es más que una simple manifestación de estrés. Es un reflejo del estilo de vida que muchas personas llevan hoy en día. “Nos estamos refiriendo a un modo de vida que nos caracteriza y que tiene como rasgo principal el vivir como si estuviéramos apurados constantemente, todo el tiempo estresados, con falta de tiempo, corriendo a todos lados o no llegando a ningún lado”, comentó la psicóloga. Este estilo de vida no solo nos afecta a nivel emocional, sino que también tiene un impacto directo en nuestra salud física.
Vivir acelarado conduce a niveles elevados de estrés y ansiedad, que son síntomas comunes de este estilo de vida.
El ritmo frenético de la vida moderna, con sus múltiples exigencias, nos llevó a pensar que todo es urgente. Esta percepción nos hace sentir que cada tarea, sin importar su trascendencia real, debe ser atendida de inmediato. "Probablemente veamos o identifiquemos que no todo está en la misma línea de importancia o urgencia", señaló la profesional, sugiriendo que muchas veces no nos detenemos a reflexionar sobre nuestras prioridades. Esto nos conduce a niveles elevados de estrés y ansiedad, que son síntomas comunes de este estilo de vida.
La multitarea: un falso símbolo de productividad
Uno de los aspectos más preocupantes de la "enfermedad de la prisa" es la tendencia a realizar múltiples tareas al mismo tiempo, lo que comúnmente se conoce como multitarea. La psicóloga describió cómo esta práctica, aunque nos da la ilusión de ser productivos, en realidad puede convertirnos en esclavos de nuestras propias exigencias. “Aprovechar hasta el último minuto para hacer cosas que pueden darnos una idea de productividad, pero que también se puede confundir y en realidad terminar sometidos al multitasking de manera constante", advirtió.
Un ejemplo que brindó la entrevistada para ilustrar la situación fue: “estamos calentando el agua para el mate y aprovechamos para guardamos los platos y si podemos cargamos las botellas de agua y las metemos en la heladera y si puedo doblar un repasador lo hago”
El ritmo frenético de la vida moderna, con sus múltiples exigencias, nos llevó a pensar que todo es urgente
El problema con la multitarea es que, lejos de hacernos más eficientes, puede aumentar nuestros niveles de estrés y disminuir nuestra capacidad de concentrarnos en una tarea a la vez. Esta constante necesidad de cumplir con varias cosas al mismo tiempo nos lleva a un estado de agotamiento físico y mental, lo que eventualmente puede resultar en un colapso de nuestra salud.
Personalidad autoexigente
Russomando destacó que detrás de este estilo de vida acelerado, a menudo se encuentra un tipo de personalidad conocido como "personalidad tipo A" o "personalidad autoexigente". Las personas con este perfil tienden a ser muy exigentes consigo mismas, estableciendo metas elevadas que, en muchos casos, son difíciles de alcanzar. Esta autoexigencia constante las coloca en una situación de estrés perpetuo, siempre intentando cumplir con todo lo que se proponen.
"Este tipo de personalidad es la que está más expuesta a estresarse", explicó la profesional. Las personas con personalidad tipo A tienden a someterse a un modo de vida que, aunque inicialmente puede parecer productivo, con el tiempo se vuelve insostenible. Este perfil de personalidad es particularmente vulnerable a los efectos negativos de la "enfermedad de la prisa", lo que puede llevar a una espiral descendente de estrés, agotamiento y, en última instancia, problemas de salud graves.
Con el tiempo, el estrés crónico y la autoexigencia pueden llevar al agotamiento físico, la aparición de síntomas físicos.
La importancia de buscar ayuda
Para quienes se sienten identificados con los rasgos antes nombrados, Russomando subrayó la importancia de buscar ayuda profesional. “Si estás leyendo y te sentís identificado con estas características, es importante que prestes atención y consultes para evitar que esto se refuerce en tu personalidad y por ende en tu conducta”, aconsejó. La psicoterapia puede ser fundamental para identificar estos patrones de comportamiento y comenzar a trabajar en estrategias que permitan un cambio hacia un estilo de vida más saludable.
Uno de los grandes desafíos que enfrentan las personas con personalidad tipo A es que, en muchos casos, no perciben el malestar de inmediato. La psicóloga explicó que “estas personas pueden tener una falsa sensación de productividad, lo que no les impide darse cuenta de que están cayendo en un ciclo destructivo. Es común que el entorno sea quien primero note las consecuencias de este estilo de vida, lo que hace aún más importante estar atentos a las señales y buscar apoyo antes de que los síntomas se agraven”.
Si bien la "enfermedad de la prisa" puede parecer inofensiva al principio, sus consecuencias pueden ser serias. Con el tiempo, el estrés crónico y la autoexigencia pueden llevar al agotamiento físico, la aparición de síntomas físicos como enfermedades repetitivas, y una sensación general de malestar. Las personas que no logran cambiar este estilo de vida pueden terminar con problemas de salud graves y una calidad de vida deteriorada.
Para evitar llegar a este punto, Russomando sugirió algunas estrategias que pueden ayudar a contrarrestar los efectos de la "enfermedad de la prisa". Actividades como pasar tiempo al aire libre, conectar con la naturaleza, y practicar técnicas de respiración consciente que pueden activar el sistema nervioso parasimpático, que es el responsable de la calma y la relajación. Sin embargo, la psicóloga advirtió que para las personas con personalidad tipo A, frenar y relajarse puede ser un desafío en sí mismo, lo que refuerza la necesidad de un enfoque terapéutico.