Johnny Espósito, hijo de María Rosa Maradona (una de las hermanas de Diego), dio su primer testimonio público tras la muerte de su tío, con quien tenía una relación muy cercana, al punto que pasó las últimas horas al lado del Diez y vivía con él.
Johnny Espósito, hijo de María Rosa Maradona (una de las hermanas de Diego), dio su primer testimonio público tras la muerte de su tío, con quien tenía una relación muy cercana, al punto que pasó las últimas horas al lado del Diez y vivía con él.
Cabe recordar que Maradona murió el 25 de noviembre y una de las frases más reveladoras de este familiar cercano fue: “El 24 estuvo bien, pero él no quería vivir, no se dejaba ayudar. No sé por qué no la peleó como la peleó siempre. Yo pienso que a lo mejor habrá sido porque él ya no podía patear una pelota".
"El 24 hicimos lo de todos los días, mirar tele, mucho fútbol, mate y nada. (...) Yo sentí que él ya no quería más", dijo. Y explicó: "Por ejemplo, el hecho de 'vamos a salir a caminar aunque sea al patio', ya que él te diga que no, es porque no quería más".
"Yo intentaba arengar, pero cuando él me decía 'ya viví 60 años y me privé de muchas cosas y no quiero seguir así'. No sé si lo sentía (que se iba a morir), pero él jodiendo te decía 'viví hasta los 60, no quiero más' (repitió la frase). Pero uno no piensa... Si sabía que era el último día me acostaba con él y me quedo con él", contó Johnny.
"Yo vivía con él. El 24 a la noche, yo me despido, me voy a mi cuarto. Estaba el doctor, que le toma todos los pulsos, el chequeo diario. Nos despedimos: 'Hasta mañana'. Habrá sido a las once de la noche".
"Yo estaba en un segundo piso, él por un tema de comodidad estaba abajo, para no subir las escaleras. Yo me fui a dormir", contó. "Me despierto entre las 9 y las 10 de la mañana. Bajo, desayuno y tipo 11 creo que van los médicos y ya no... no reaccionaba".
"En realidad, mucho no puedo hablar, pero hay gente que lo vio (muerto) antes que yo (los médicos)", aclaró. "Yo cuando entré ya estaba muerto. Habrá sido once y media", explicó
"Según la enfermera, él estuvo merodeando por la habitación, pero yo no lo escuché", contó Johnny. Recordar: hubo testimonios que indicaron movimientos dentro de la pieza que ocupa Diego.
"Yo pienso que no sufrió", sentenció.
Y contó su reacción tras la muerte de Diego: "En realidad... Le avisé a mi mamá, o le avisé a uno de mis hermanos que le avise, yo quería apagar el celular". "Ahí se me pasaron millones de cosas. Decía: 'No puede estar pasando esto'. Uno no quería que llegue nunca ese momento", agregó.
"A Diego le costaba comer porque estaba bajón, no por un problema", dijo sobre los últimos días. Después, recordó cuestiones de la personalidad de Diego. "El vivía para sus padres, él lo contó siempre. Su sueño era comprarles una casa" (...) Él se bajoneó mucho cuando murieron sus padres", aseguró.
"Dentro de lo malo me llevo lo bueno de haber vivido... Era un tipazo", contó. "A él no le gustaba que llores. Yo cuando veía una imagen con él, me iba, me ponía a llorar y después volvía", reveló.
Al argumentar por qué había tanta sintonía entre él y su tío, contó: "No sé qué pasó entre nosotros, él me hablaba mucho, de chiquitito (...) Nací en el 84 y en el 86 fui a Italia. Me acuerdo la adoración de la gente de Nápoles, no sé si no lo quieren más allá que en algunos lugares de acá".
"Al principio fue jodido ser Diego. No poder salir a comprar no debe ser nada fácil. El en el último tiempo no quería ser Maradona, quería ser Diego por un rato. Le preguntaba qué querías ser si no seas Maradona y te decía 'ir al supermercado'. Algo que lo hacemos todos los días. Ahí te mataba", contó.
"La gente lo perseguía, para tocarlo, un autógrafo. Pero él era el amor", dijo. "Mi vieja le hacía una sopa paraguaya y estaba feliz. Eso fue siempre lo que me gustó de él, teniéndolo todo y el tipo con dos cosas lo hacía feliz", sostuvo.
"Le molestaba que lo apuren. Él te esperaba para decirte 'vamos'. Se enojaba dos minutos y se le pasaba. Para que se enoje con vos se tenía que esmerar", recordó Espósito. "Con mi mamá Mary eran muy compinches. Contaban anécdotas y no paraban de reírse. Hay una anécdota de cuando iban de estación a estación. Mis abuelos le habían dado a Diego plata para el pasaje. Se la quedaron, corrieron, mi tío se cayó. Eran chicos, diez años".
"Pensé que ya lo había llorado todo pero sigo llorando", cerró.