Miércoles 10.11.2021
/Última actualización 14:08
Con una experiencia en el área que ronda los 37 años, Ana María Stelman es maestra en la ciudad de La Plata. Ha sido personal directivo de establecimientos educativos y ha colaborado en diversos proyectos de educación dirigidos a la comunidad. Actualmente, integra el Top Ten internacional que elabora la Fundación Varkey con el fin de seleccionar al ganador o ganadora del Global Teacher Prize (El "Oscar" o "Nobel" de educación). Amablemente, accedió a darnos una entrevista y aquí compartimos una selección de momentos destacados.
¿Qué significa este reconocimiento internacional?
Me siento agradecida y emocionada a la vez. Es muy motivador que alguien del otro lado del mundo te esté leyendo y te esté valorando. Siempre trabajé con cariño; tratando de llegar a la mayor cantidad de chicos, de entenderlos, de darles soluciones; de ofrecerles puntos de vista diferentes que los abracen, que los enganchen con la escuela.
Los estudiantes como sujetos que se interrogan
Trato de apuntar a las herramientas más que a los contenidos. Los contenidos son el medio por el cual trato de transmitirles a los chicos la importancia de hacernos preguntas, de buscar respuestas, de ser críticos, de investigar. Éstas son herramientas que les van a servir para trabajar juntos. Los contenidos se pueden encontrar en Google o los podés buscar en un libro. Me parece que lo difícil es comprender si lo que encontraste es lo que estás buscando o comprender si te sirve. Siempre trato de apuntar a eso.
Sobre la escuela donde trabaja
La escuela primaria 7 es una escuela urbana de un barrio muy particular de la ciudad de La Plata. No está en la parte céntrica. Está cerca de la bajada de la autopista La Plata-Buenos Aires donde hay un movimiento particular de camiones y vehículos que entran y salen de la ciudad, que van al puerto. Además, está muy cerquita del hipódromo: así que en el barrio tenemos muchos studs y caballerizas; los variadores llevan los caballos a ejercitar y pasan caminando por delante de nuestro establecimiento. Nuestras familias están vinculadas con el hipódromo porque tienen a alguien que trabaja allí o viven cerca del mismo (en la villa hípica). Por eso, decidimos sumar ese entorno a nuestra propuesta didáctica.
Los perros y caballos también van a la escuela
El 2019, cuando vi que había tantos caballos, fui a la Facultad de Ciencias Veterinarias; yo trabajo mucho con ellos: voy seguido y pregunto quién me ayuda con las cosas que se me van ocurriendo. Por aquel entonces, pedí ayuda y me derivaron con extensión universitaria para hacer "algo" con caballos. Me contactaron con una profe veterinaria, Mariana Kienast, que estaba haciendo un taller que se llamaba "Mi amigo, el caballo" pensado para los que visitaban el hipódromo. Nos conocimos y empezamos a entrelazar proyectos e ideas. Eso que dicen que "el viento los amontona" es tal cual. Enseguida, pegamos onda y empezamos a proyectar en conjunto. En el transcurso del 2019, también nos propuso sumar perros a estos proyectos. Estos animales domésticos sí podían entrar a las aulas: aunque costó el permiso, se consiguió. Así, los perros empezaron a trabajar en primer grado. Mientras, yo -que tenía tercer grado- trabajaba con los caballos. Un poco, Mariana me visitaba en la escuela y, otro poco, yo la visitaba en el hipódromo con los chicos. El objetivo era que los caballos y los perros fueran parte de la propuesta que les hacíamos a los chicos desde la escuela y desde el hipódromo. Cuando empezó la pandemia, teníamos preparado un proyecto de intervenciones asistidas por animales que no se pudo realizar y que a penas alcanzó a presentarse; habíamos acondicionado un lugar en la escuela pero el COVID-19 frenó todo. Así que quedamos en "stand by" y no sabíamos qué hacer. Después, el equipo -compuesto por mucha gente que se puso sobre las espaldas la problemática- reacondicionó el proyecto para hacer una oferta de revinculación de los chicos con la escuela: invitamos a aquellos nenes que no tenían conectividad a un encuentro donde había material para leer y escribir; se podía escuchar; se podían mirar libros; era un acercamiento para que ellos se dieran cuenta de que: la escuela estaba presente, las maestras estábamos pensando en ellos y ellos -a su vez- podían ver a sus compañeros y a sus docentes.
¿Cómo se vincula lo escolar con lo extraescolar?
La diagramación que hicimos fue: los encargados de trabajar con perros son terapeutas; una agrupación que se llama "Empatizando"; entrenan perritos para ayudar con fines de salud. Y estas personas -a su vez- tienen formación del profesorado en educación física; por ello, diagramamos estaciones. En una estación, se trabajaba algo parecido a yoga: sentarnos en colchonetas; escuchar los pajaritos; respirar; decir cómo nos sentimos y encontrarnos con nosotros mismos y con el espacio. Después, el grupo se dividía en tres y cada uno iba a una estación diferente. En una estación, estaban los caballos con Mariana. En otra, Glenda con los perros. En otra, estaba la bibliotecaria con otras maestras de la escuela. Trabajábamos las emociones: cómo nos dábamos cuenta si el caballo nos estaba atendiendo o si estaba nervioso con el fin de trasladarlo después a las personas. Por ejemplo, veíamos el concepto de liderazgo: ¿Por qué el caballo nos hace caso o no? ¿Cómo tenemos que enfrentarnos en las relaciones con los demás? Por otro lado, desde el equipo de extensión se hizo la traducción de un libro que hablaba -justamente- sobre la formación de líderes a partir de la observación de los equinos; ese material se les ofrecía para leer; los chicos se lo leían -a su vez- al caballo. Increíblemente, el animal ponía sus orejitas para adelante y parecía que estaba entendiendo todo lo que los niños leían. Se promovía la interpretación de lo que se estaba leyendo. Después, se pasaba a otra estación; íbamos rotando; cambiábamos al grupo de trabajo con los perros; ahí estaba el planteo del cuidado del otro, del respeto por el otro. A partir de una secuencia de fotos donde estaban los chicos con los canes, había que interpretar las imágenes; se promovía la oralidad; ellos expresaban cómo había que cuidar a los perritos. Por ejemplo, las expresiones que quedaban como conclusiones eran: "Tenemos que tratarnos bien"; "Hay que escucharnos"; "No hay que golpearse"; etc. Es inmediato el paso del ejemplo que se tiene con el animal a lo propio. Después, en la última estación, estábamos con Carolina: se les ofrecían distintos tipos de libros para que ellos eligieran. Les ofrecíamos cuadernos rayados para que pudieran hacer algún tipo de registro y pasar de la hoja lisa (tipo A) a un formato más pequeño. Ahí teníamos la posibilidad de ver cómo estaban esos chicos que no habían tenido la oportunidad de conectarse de manera virtual con su escuela; ya que nosotros mandábamos los cuadernillos y cuando eran devueltos no sabíamos quién, cómo o cuándo los habían hecho; o si habían comprendido la tarea que incluían esos cuadernillos; nos faltaba el seguimiento estrecho que propicia la presencialidad.
La clave de incluir animales en la propuesta didáctica
Lo importante del trabajo con los animales es que ellos no te juzgan. Entonces, se genera una relación muy sana y libre para poder expresarte, para poder decir lo que sentís y para animarte a leer. Por ejemplo, durante la virtualidad, con un alumnito, no encontrábamos la forma de hacerlo participar de las actividades escolares porque ponía los muñequitos delante del teléfono y nos tapaba la cámara. Más tarde, durante la presencialidad y el trabajo con los animales, habíamos llevado un corderito recién nacido y este mismo chico empezó a leerle: ¡Le leyó, al hilo, tres cuentos! ¡No lo podíamos parar! ¡Lo tuvimos que aplaudir porque él estaba enloquecido leyéndole al cordero! Aquí es donde se ve el valor de la inclusión de los animales.
La experiencia escolar se traslada a ferias de ciencias
En el año 2019, a partir del trabajo con el mundo hípico, los chicos empezaron a traerme cosas vinculadas con los caballos. Uno me trajo viruta y empezó a explicar porqué ésa era la cama de estos equinos. Yo veía que había camiones que se llevaban toda la viruta sucia y otros que traían la limpia en bolsas. Entonces, empezamos a hacernos pregunta: ¿Qué pasaba con ese residuo? ¿Por qué los chicos pensaban que se desechaba? ¿Que hacía el bostero con todo eso? Fue así que, en otra dependencia de la Facultad de Ciencias Veterinaria, me facilitaron un núcleo de lombrices rojas californianas. Empezamos a ver qué pasaba cuando las lombrices intervenían en esa "cama de caballo". Tomábamos la temperatura: hacíamos mediciones para que las lombrices estuvieran saludables. Investigábamos: ¿Cómo se podía llegar a generar eco-abono? Este es el proyecto se presentó en feria de ciencias.
El perfil del docente transformador
Por mi parte, no me presento como la maestra que lo sabe todo; que la tiene re-clara; que les da todo lo que sabe y que -después- les toma el examen para que me repitan lo que yo les dije. A ellos, les digo que hay que preguntarse: ¡No tengo miedo de que me pregunten cosas que yo no sé! Trato de enseñarles a buscar; les digo que no hay preguntas tontas sino tontos que no preguntan. Entonces, si tenemos una duda (desde la más zonza hasta la más complicada), siempre hay alguien a quien podemos preguntarle o perdir ayuda para hallar la respuesta; trato de acompañarlos en este proceso y siento que eso es lo importante para que ellos empiecen a cuestionarse y a tratar de resolver obstáculos que experimentan en su vida cotidiana.
Antes y después de la pandemia
Estamos en un momento bisagra. De "lo viejo" tenemos que tomar todo lo bueno; no perder de vista: todo lo que aprendimos en este momento de crisis; lo que tuvimos que reinventarnos en nuestra labor docente. La escuela tiene que oficiar más como una puerta al mundo: es el espacio donde muchas familias encuentran una alternativa para desarrollarse, para poder trabajar. Nuevos desafíos nos interpelan: ¿Qué trabajos nuevos existen? ¿Cómo se procede en estos nuevos contextos? Es importante tener en cuenta eso y empezar a mirarnos a los ojos para actuar con responsabilidad; sin buscar culpables. Creo que en Argentina hay muchísimos docentes de excelencia a quienes hay que empezar a escuchar y observar.
Trato de transmitirles a los chicos la importancia de hacernos preguntas, de buscar respuestas, de ser críticos, de investigar. Los contenidos se pueden encontrar en Google o en un libro. Lo difícil es comprender si lo que encontraste es lo que estás buscando o comprender si te sirve.
Lo importante del trabajo con los animales es que ellos no te juzgan. Entonces, se genera una relación muy sana y libre para poder expresarte, para poder decir lo que sentís y para animarte a leer.
Trato de enseñarles a buscar; les digo que no hay preguntas tontas sino tontos que no preguntan. Si tenemos una duda (desde la más zonza hasta la más complicada), siempre hay alguien a quien podemos preguntarle o perdir ayuda para hallar la respuesta.