Por María del Carmen Villaverde de Nessier
Por María del Carmen Villaverde de Nessier
"Recuerdo el pasado cuando era grande y veo que todos nos parecemos, que es infantil el hombre maduro y es maduro un niño solo que no nos hemos comprendido aún" Januz Korzak
El niño es un ser ritmado, mágico, creador, irrepetible y justo. Se da, espera y ama, es casi pura sensibilidad y libertad. Al entrar a la escuela, ese mundo nuevo, lleno de enigmas y misterios se puebla enseguida de una serie de formas, esquemas y números que, con repetición, a veces muy fría y/o estereotipada, pueden llegar a apagar la sed de investigación y creatividad que llena de por sí su vida entera por no haber sido enfocadas con el amor y la pasión requeridas. Tomar entonces en cuenta también y por supuesto, las muchas precariedades que se dan en tantos entornos actuales en los que alrededor de un 70% de niños y adolescentes viven en la pobreza en nuestro país sin recibir la estimulación necesaria y/o posible.
Es que no podemos olvidar ese enorme y complejo conjunto vital que es el ser humano. En ese ser humano se necesita conjugar con armonía, el crecimiento físico, el desarrollo psíquico-emocional y social, la evolución del pensamiento y el lenguaje con sus procesos simbólicos, su sensibilidad artística, su inapelable sentido de juego y acción, con el progresivo desarrollo de su imaginación creadora, su comunicación dialogal, su espacio vital.
Toda la niñez, desde el vamos, busca investigar, mirar, tocar, oír, compartir, moverse, ser. Tiene frente a sí un mundo real con una dimensión superior a él mismo que irá conquistando lentamente, cada uno en su momento, mientras se va gestando su personalidad.
De todo esto se desprende la fundamental preocupación por conocer el material lingúístico-expresivo que se tiene que utilizar; informarse con idóneos en la materia, conocerlo, leerlo, analizarlo, seleccionarlo de acuerdo al nivel y a las necesidades personales y grupales. Una vez cumplidos estos pasos brindarlo todo con pasión, amor, emoción y expresión de manera que el destinatario se apasione por su lectura. En ese contexto grupal y personal el texto presentado se convierta en un objeto deseable por haberse introducido en su mundo de fantasía con especial sensibilidad. Ocupar de tal modo y con entusiasmo, el espacio que hoy se llena con el uso desmedido de la pura técnica basada solo en "botones" (celulares, tablet, computadora, televisión) y con respuestas despojadas de la actividad cerebral y muchas veces no totalmente confiables. No descuidar para nada y en diferentes ocasiones, preguntas tan valiosas como: ¿Cómo estás? ¿Alguna vez te pasó algo parecido a lo que aquí se cuenta?¿Qué te suele emocionar más?¿Qué sentís?¿Qué te angustia o preocupa? Con preguntas tan reales, personales y afectivas el estímulo emocional se aviva y crece.
Tales estímulos, serios y contagiosos permiten un adecuado ajuste del mundo personal de cada estudiante con el mundo nuestro, construyéndose entre los dos uno nuevo de verdaderas relaciones activas y dialogales que tiene sus bases en la realidad.
Es seguro que se irán madurando particulares formas de expresión conforme a las impresiones y a las necesidades que desde las ideas y las palabras requiere la comunidad en la que se vive.
La familia es un todo, la escuela es un todo, la sociedad debe ser un todo entrelazado sin falsos espejismos.
¡Adelante maestros, los niños y los jóvenes son… la vida, son el tiempo, nosotros somos tiempo….el río que corre y crece si hemos sabido apuntalar sus márgenes y acompañar sus sueños!
Las escuelas son la dinámica expresiva de la comunicación en pluralidad semántica, envolvente y activa. No está sola sino con toda la comunidad que participa, piensa y contiene.
La escuela, es una sociedad, un ECRO (Esquema Corporal Referencial Operativo), que empuja en la actual aldea global, aldea que no solo debe recibir y hacer sin poder opinar y teniendo, muchas veces, abuso de efectos especiales y pasajeros… La escuela debe usar, con propiedad, los derechos desde los deberes. No desde las ofertas ideológicas pasatistas como "vidrieras vacías, cuasi modales", que buscan deformar las palabras y sus usos con propuestas de pura imitación. Esta escuela debe formar para educar.
Es la escuela con toda su "esfericidad social" la que tiene que lograr el hábito lector para que entre todos se alcance una eficiente escuela de lenguaje comunicacional, una lengua viva y fundamentada en cánones formales y sociales. Un concierto de experiencias lectoras con sus códigos, subcódigos, percepciones vivas textuales y paratextuales, explorando el entorno, conociendo la naturaleza, sus sensaciones, presencias y ausencias, causas y consecuencias.
Dijo Umberto Eco: "Hoy, con una civilización más mediática se requiere, en todos los puntos cardinales de la tierra, saber leer y entender". Esta sociedad, y por supuesto la educación, debe brindar respuestas activas, sustentables y proyectivas, ni muy regaladas ni muy despojadas simplemente humanas.
"Lograr el uso total de las palabras, no para que todos sean artistas, sino para que nadie sea esclavo" Gianni Rodari