Lunes 29.1.2024
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Como la identidad de los santafesinos, la ruta que comunica a las poblaciones costeras de los afluentes del Paraná, fue haciéndose por tramos, entre inundaciones, bajantes y terraplenes. Hubo un cronista (además de poeta) que narró qué significaba para los pobladores de la zona el problema de la incomunicación. Se llamaba Antonio Leonhardt, y firmaba sus notas como Teófilo Madrejón. Hubo un diario que sostuvo una campaña por la ruta desde su página editorial.
Teófilo Madrejón (Antonio Leonhardt) y sus crónicas en El Litoral de 1949. José VittoriLa Ruta Provincial No. 1 Teófilo Madrejón no tiene un nombre ni un número antojadizos. Éste es en verdad el primero de los caminos que por tierra anduvieron los santafesinos. Y se trata de uno hecho al andar, una y otra vez, según crecidas y bajantes. La primera (abierto al huir) en la mudanza de la ciudad, entre 1651 y 1660.
Lleva como nombre un seudónimo, el que había elegido para sí Antonio Leonhardt, que batalló con El Litoral por la ruta.
Periodista, poeta, y cronista en las décadas del 40 y 50, cuando se comenzó a construir el Camino de la Costa a fuerza de reclamos, y de a jirones, por tramos, cubriendo distancias, riachos e islas, entre pueblos aislados (y atrasados).
Hoy se podrá decir que las dificultades propias de aquella histórica incomunicación (resuelta después que otras zonas) y que aquella escasa urbanidad forjaron cierto carácter del costero santafesino, más tendiente a contemplar que a transformar, pero tampoco deben restarse méritos a la naturaleza. ¿Hay atardeceres más plácidos, lentos y degustables que los que se toman junto al río? Por suerte no todos los costeros dedicaron sus días a esa imperdible tarea. Leonhardt fue uno de ellos.
Quien lea El Litoral de esas décadas verá que la actual Ruta Provincial 1 se ha hecho moviendo suelos arenosos, pero también amontonando palabras consistentes o directamente más duras y concretas.
Fue Leonhardt – nacido en Helvecia, luego sanjavierino hasta los 13 años cuando llega a estudiar al Colegio Nacional de Santa Fe – quien escribió sobre el Paraná, sus ríos y sus pueblos.
La vieja ruta en una foto tomada en 2012. Crédito: Amancio Alem.Lo hizo a ambas orillas (también vivió en las ciudad de Paraná) y propinó a gobiernos varios sus opiniones y descripciones sobre lo que él veía al andar la costa.
Empleó títulos de puñal, extraños para la época, algunos de lenguaje fatalista, como el tan acertado "Mala suerte del Camino de la Costa" e imprimió en letras de grueso calibre (en ese artículo de El Litoral del 14 de Febrero de 1949) párrafos sin eufemismos: "Acabamos de recibir, con mucho retardo, una mala noticia. La peor de las noticias para nuestra región, pues viene a herir su mejor esperanza de progreso". Así explicaba el periodista qué significaba el que hubiera quedado sin efecto el llamado a licitación de 1949, otra decepción, como la de 1947, cuando también hubo convocatoria, sobres y ofertas, pero no fondos para los costeros, o como ante cualquiera de las frustraciones anteriores.
Los reclamos comienzan antes de la década del 40 y serán satisfechos recién en 1954, parcialmente. Lo más importante se completó entre 1958 y 1963 (ver aparte).
Sus crónicas de viajero de lo que finalmente fue el Camino de la Costa y con el tiempo la Ruta Provincial 1, precedieron a la obra: hicieron que se supiera en la capital provincial qué significaba el drama de la incomunicación. Y que la opinión pública apoyara el reclamo.
La cantidad de editoriales de El Litoral que reclaman que se ejecute los trabajos viales para "romper el aislamiento" es abrumadora, sobre todo desde 1940 y hasta 1958, cuando Sylvestre Begnis (ver aparte) tomó la decisión de invertir en el camino.
El diario de la década del 40 consolidó, con esos discursos en favor de la modernidad y – siempre según lo inflamado de la verba del redactor de turno – la necesidad de una impronta civilizadora de zonas que eran menos que rurales: fue una constante queja sobre "los poderes públicos", cómodo término de contornos borrosos, útil entonces para hablarle al gobierno, o mejor, a los gobiernos, de todo tipo de signo, legalidad y legitimidad.
El actual corredor vial , desde la Ruta 168 hasta la ciudad de Rincón. Foto: Mauricio GarínComo el cauce de un río seco
Los hijos de Teófilo Madrejón –mejor dicho, de Antonio Leonhardt – han intentado saber más de su padre. Murió el 5 de Diciembre de 1949, cuando eran demasiado chicos. Pese a sus esfuerzos, no han resultado con exactitud los mecanismos por los que el poeta eligió ese seudónimo.
Si ellos no se animan a establecer el alias (si es que lo hay), todo lo que desde aquí puede decirse es que el nombre escogido, Teófilo, proviene griego (y que está asociado al "amor a lo divino") y que el "apellido", Madrejón, significa "cauce seco de un río".
El trabajo de Leonhardt con las letras y el periodismo comienza con apenas 17 años, como corrector de pruebas del diario Santa Fe, y luego en El Litoral como redactor. Fue maestro de grado y llegó a director de escuela con apenas 26 años, pero permaneció en el cargo menos de 1 año. Prefirió ser secretario de redacción de El Tiempo, un diario de Paraná.
Antes también escribió en las publicaciones paranaenses Nueva Época y La Provincia, y fue reportero de Crítica durante el 27, en Buenos Aires. Sus poemas comenzaron a ser publicados por Caras y Caretas.
Con otros correligionarios estuvo preso en Setiembre de 1930, cuando fue derrocado Yrigoyen. A mitad de esa década, en la otra orilla, ya en El Diario, sus artículos políticos son punzantes y se titulan "Madrejonerías"; en el 43 publicó una obra de teatro: "Izquierda, centro y derecha".
César Leonhardt, el primogénito de Teófilo Madrejón, fue también periodista desde muy corta edad en El Litoral, hasta su jubilación: un caso grave de vocación, que lo llevó de gacetillero a pro secretario de redacción (y a seguir siendo uno de los tipos más queridos del diario). Él recomienda leer "Canto de alabanza al maíz" para saber más sobre el seudónimo, pero el texto de Editorial Castelví hoy no es fácil de obtener.
Por otra parte, un magnífico ensayo biográfico de circulación familiar, que tan útil ha sido para este trabajo, de la también escritora Sonia Leonhardt, reconstruye un perfil completo de los méritos de su padre desde lo poético y lo periodístico. Lo describe con anécdotas que escriben sus amigos, por cuya estatura también se puede saber quién fue Teófilo Madrejón. Una lista incompleta debe contar a escritores, poetas e intelectuales como Julio Migno, Gastón Gori, Raúl González Tuñón, Agustín Zapata Gollán, y al, además cineasta, Alcides Greca, que también se dedicó a mirar al río, a sus habitantes, y a descubrir al mundo en su aldea.
Periodistas, escritores, intelectuales y bohemios
Eran tiempos en los que Santa Fe tenía una Asociación de Periodistas (que funcionaba en San Martín 2882). En 1949, la salud de Antonio Leonhardt no era buena y una comisión de homenaje se reunió antes de su muerte: logró la publicación de su libro "Canto de alabanza al maíz", que fue editado y distribuido en escuelas y bibliotecas. Hoy no es fácil conseguir un ejemplar. La comisión reunión dos carpetas con testimonios de altas personalidades de la ciudad que aún no le había dado la vuelta a la mitad del siglo pasado. Ambas hablan de la producción del poeta y periodista. Fueron donadas por la familia Leonhardt al Museo de la Costa, de Rincón.
Vale la pena al menos nombrar la comisión directiva de esa Comisión: Raúl Beney; Agustín Zapata Gollán; Edmundo Blanco Boeri; Horacio Antonio Caillet Bois; Gastón Gori; Delfín Carrión de Gómez; Raúl Castelví, Néstor Lamertyn.
Y los vocales: Riobó Caputto; Raúl Estrada; Raúl Aguirre; Luis Di Filipo; José A. Beltrán, Enzo Vittori; José Bachini; Enrique Estrada Bello; Leoncio Gianello; Leopoldo Chizzini Melo; José Planas Casas; Pedro Oscar Murúa; Enrique M. Castagno; Mario Moset Iturraspe; Mariano Foroat; Alfredo Roca; Ángel Strada; José Peisojovich; Vidal Wexler; Emilio Leiva; Julio Busaniche; Juan Veggia; Enrique Borthwick; Oscar Estrada; Dorando Ghiara; Julio Caminos; Lázaro Grattarola, Antonio Juliá Tolra; Víctor Avilés y Juan M. Vigo.
Bautismo
En 1963, se designa Teófilo Madrejón el camino que desde la Ruta Nacional 168 llegó hasta la Acería de San José del Rincón (luego Ruta Provincial No. 1), mediante una Ordenanza del Concejo Municipal santafesino (aún con potestades sobre el pueblo costero). Fue una iniciativa del edil Celso J. Osella. Un año después, el senador demoprogresista Ladislao Miranda propone en un proyecto de ley el nombre del poeta y periodista para el hasta entonces llamado Camino de la Costa. En 1977, el Ejecutivo provincial hizo oficial el nombre completo: Ruta Provincial No. 1 Teófilo Madrejón.