Lunes 28.3.2022
/Última actualización 9:52
En su primera novela “Match”, la escritora Mara Scoufalos se adentra en la historia de Ana, una treintañera que trata de superar un momento de soledad a través de una aplicación de citas. Conoce al Paisano y todo parece una historia de amor perfecta. Pero nada es lo que parecía una promesa de felicidad deriva en un camino autodestructivo. “Match” es una radiografía de las relaciones amorosas en el siglo XXI, que mezcla las descripciones sobre la falta de compromiso que subyace detrás de lo instantáneo con la necesidad de exponer los micromachismos que, como señaló la propia autora en una entrevista concedida a este medio, están naturalizados, pesan y tienen fuertes consecuencias en una vida que a la vista, parece casi normal”.
-El título del libro tiene varias lecturas posibles, sobre todo por las características de la historia de amor entre Ana y el Paisano, que va de lo idílico a lo destructivo. ¿Por qué lo elegiste?
-Tiene varias maneras de verse. Está la más simple y lineal, que tiene que ver con Tinder y “matchear” con una persona. Con las editoras estábamos entre varios nombres que no nos convencían. Y apareció este porque la protagonista atraviesa un montón de momentos en su vida, en los cuales tiene que recomponerse. Entonces, nos pareció interesante jugar con la idea del ring de box, cuando hay otro round, otro match, otro juego. Constantemente se ponen en movimiento los diferentes momentos en los cuales la protagonista debe recomponerse para continuar con su vida, en diferentes aspectos.
Emecé D.R-Ese período que atraviesa Ana, esa soledad unida a cierta desesperación que la lleva finalmente a entrar a Tinder para paliar esa sensación podría leerse como un síntoma de época. Estas aplicaciones de citas serían un lugar donde aliviar carencias que aparecen por otro lado.
-Si se hace una lectura rápida y superficial, se puede pensar que la novela es contemporánea por el uso de Tinder, pero en realidad si se indaga más en los detalles, no deja de ser una crítica sobre cómo nos vinculamos ahora. Estas formas tienen tanto que ver con los hábitos de consumo, donde la inmediatez es primordial y hace que las desilusiones sean más rápidas. Lo anterior también tenía sus cosas negativas, pero hay una falta de compromiso generalizada que tiene que ver con las redes sociales y lo instantáneo.
-Al respecto, emerge esto de que, en las redes sociales, apenas conocemos una versión de las personas que es la que quieren dar a conocer. Eso que vos describís de que en las fotos del Paisano en redes están calculadas (la sonrisa con los dientes estratégicamente chuecos y despeinado). De alguna manera, era casi esperable que detrás hubiera una personalidad y una historia complejas.
-Todos tenemos una versión diferente en cada interacción interpersonal. Este tipo de aplicaciones hacen que uno sea mucho más evidente a la hora de elegir cual de todas esas versiones de uno mismo quiere exponer. Por ahí, las lecturas son mucho más generales, no ahondan tanto en el detalle. Y después, con el tiempo, realmente al conocer al otro se puede ir más al hueso y entender ciertos rasgos, detalles en los cuales estaba traduciendo un montón de información que iba a llegar a futuro. Es una vidriera en la que uno juega a elegir el personaje de uno mismo que mejor le place en el momento.
-Hay una arista interesante, planteada en el contrapunto entre la relación de Ana con su ex pareja, Iván, que nace en un entorno laboral y la que inicia con el paisano, que ya surge en redes sociales. Podría decirse que las nuevas prácticas sociales derivan en formas distintas de amor. ¿Lo ves de esta manera?
-Es atinado. Siguiendo la misma línea con lo instantáneo, estamos en un momento en el cual todo progresa muy rápido. Tinder fue una cosa cuando salió, es otra cosa ahora y hay mil variantes. En sus inicios, fue una modalidad nueva para todos los que veníamos vinculándonos de una forma más tradicional, cara a cara. Estas redes ocupaban cada vez más espacio, incluyendo la posibilidad de conocer gente. Era algo muy incipiente, entonces, ¿cómo íbamos a saber en qué iba a derivar algo tan nuevo, con tan poco que ver con las formas a través de las cuales nos veníamos vinculando?
Abandonar los cuentos rosados
-Hay un recorrido muy fuerte de la protagonista, que al principio está como obsesionada con la necesidad de generar una relación y luego de atravesar ese “amor de locomotora” con el polaco se da cuenta de que no hay enamoramientos ni salvatajes heroicos. Hay una maduración. Está más sosegada y abierta.
-Lo que intenté describir con Ana es el recorrido de muchas mujeres que nos criamos con cuentos rosados de príncipes y princesas que calaron muy profundo en el inconsciente, junto a una sociedad patriarcal que naturaliza un montón de actitudes muy machistas. En ese conjunto de ideas, una crece. Hasta que de repente, si tiene suerte, llega a un punto de inflexión en en el cual se da cuenta que hay otras cosas por las cuáles ir detrás. Se puede quebrantar ese discurso. Se da una versión más sosegada de una, pero a la vez más consciente y cuidadosa con la propia realidad.