El Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina (ODSA-UCA) publicó datos sobre recursos psicosociales: capacidades socioafectivas y recursos cognitivos.
La incidencia de estas formas de sufrimiento viene en aumento desde 2010. Es mayor entre mujeres respecto de varones. Se concentra en el grupo de 35 a 59 años. Mayor infelicidad y falta de red social en el grupo etario más longevo. Todo se exacerba en la pobreza.
El Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina (ODSA-UCA) publicó datos sobre recursos psicosociales: capacidades socioafectivas y recursos cognitivos.
El informe se conoció en el marco del Día Mundial de la Salud Mental que se conmemora cada 10 de octubre y los resultados están comprendidos en el documento estadístico "Desigualdad estructural en el desarrollo humano y social (2010-2023): Esfuerzos para el bienestar frente a la persistente inestabilidad económica y social".
El reporte de la UCA está dividido en dos indicadores. El primero de ellos es el del Capacidades socioafectivas y dentro de ellas se incluyen el malestar psicológico, el sentimiento de infelicidad y el déficit de apoyo social estructural.
El segundo es Recursos cognitivos y comprende aspectos de afrontamiento negativo/evitativo, la creencia de control externo y el déficit de proyectos personales.
En primer término, se tiene que los valores anuales de malestar psicológico - entendidos como la presencia de sintomatología ansiosa y depresiva sin indicar patología o trastorno - desde 2010 muestran una tendencia creciente, con valores que se encuentran desde 18,4% en el primer año hasta alcanzar el 25,4% en 2022. En el último año analizado (2023), alcanza su pico máximo con un valor de 26,7%, donde se manifiesta en 1 de cada 4 personas.
El segundo aspecto que se evalúa es el sentimiento de infelicidad, que refiere a la pregunta sobre qué tan feliz se considera la persona, lo cual muestra el estado de bienestar personal y satisfacción que tiene sobre su vida; éste muestra una tendencia a la estabilidad durante este periodo, con valores que oscilan entre el 11 y 14%. El valor más alto se expresa en 2020 (14,5%), y en 2023, se mantiene en 14,4%.
No contar con una red de personas cercanas o que ésta sea reducida habla de un déficit social estructural, lo cual afecta el bienestar subjetivo y la integración social. En cuanto a su evolución, desde el 2010 hasta el 2019 los valores rondan entre el 21,3% y el 26%. Posteriormente, se reporta un descenso hasta alcanzar un 18,1% en el 2023, es decir, 1 de cada 5 personas presentan una red social reducida o nula.
En términos generales, en el periodo 2010-2023 los grupos que poseen características estructurales de mayor déficit son aquellos que expresan mayores carencias en las capacidades socio-afectivas. Estos valores duplican e incluso triplican las tendencias respecto a personas de condiciones socioeconómicas más favorables. Si bien esta tendencia persiste en el último año, se observa una disminución de las brechas en el malestar psicológico y déficit de apoyo social, en particular al considerar el estrato socio-ocupacional y nivel socioeconómico.
Esto indica que hubo un incremento de ambas condiciones socio-afectivas en personas con carencias socioeconómicas más favorables: en el estrato medio profesional y no profesional, y en el nivel socioeconómico medio alto.
Durante el periodo temporal analizado (2010- 2023), se observa que en 2023 se produjo un deterioro del bienestar subjetivo.
El malestar psicológico es el indicador que se ha mostrado más sensible al escenario socioeconómico actual: alcanza a aproximadamente 4 de cada 10 personas en situación de vulnerabilidad socioeconómica, socio-ocupacional y a personas pobres.
Las personas que residen en hogares de estrato socio-ocupacional bajo marginal, de nivel socioeconómico bajo o muy bajo, personas pobres por ingresos y aquellos de menor nivel educativo constituyen los grupos con mayor déficit en las capacidades socio-afectivas. Es notorio que estas predominan en los grupos que residen en el Conurbano Bonaerense y otras áreas metropolitanas.
Las mujeres poseen más malestar psicológico (30,5%) y carencia de red social (21,0%), respecto a los varones. En cuanto a la edad, el malestar psicológico se concentró en 2023 en el grupo de 35 a 59 años (30,9%), mientras que el sentimiento de infelicidad y la falta de red social es mayor en el grupo más longevo (18,5% y 29,5%, respectivamente).
Las personas de bajo nivel educativo en la mayoría de los casos duplican en déficit a aquellas personas que completaron los estudios de nivel secundario.
En cuanto a la jefatura de hogar se observa un déficit superior en los jefes de hogar en la falta de apoyo social, comparado con quienes no son jefes.
Para este segundo capítulo de análisis se seleccionaron la evolución de recursos cognitivos como el afrontamiento negativo/evitativo, la creencia de control externo y el déficit de proyectos personales para realizar el análisis en el periodo 2010-2023.
Para el primer indicador se observa que 2 de cada 10 personas utilizan estrategias de afrontamiento negativas.
La "creencia de control externo" refiere a la identificación del destino como agente causal de los sucesos de la propia vida; se expresa en aproximadamente 2 de cada 10 personas desde el año 2010 hasta el 2022.
El déficit de proyectos personales implica la incapacidad de alcanzar objetivos a corto, mediano y largo plazo, que se acompaña con el descreimiento de la posibilidad de proponerse y alcanzar una meta. Desde 2010 (15,1%) hasta 2016 la tendencia fue decreciente. A partir del 2017, los valores se ubican cerca del 14%. En particular en el año 2023, la falta de proyectos personales es declarada por el 14% de los encuestados.
Las mujeres se distinguen de los hombres por una mayor utilización del afrontamiento negativo, y a mayor edad, mayor es el afrontamiento negativo, la creencia de control externo y la falta de proyectos.
Las personas sin secundario completo presentan valores de aproximadamente el doble con relación al grupo de secundario completo. Se encontraron diferencias en la falta de proyectos a favor de los jefes de hogar, respecto a quienes no son jefes.
El documento completo está en: "Desigualdad estructural en el desarrollo humano y social (2010-2023): Esfuerzos para el bienestar frente a la persistente inestabilidad económica y social".