Miércoles 25.11.2020
/Última actualización 12:00
Pablo Tabernero fue un destacado director de fotografía del cine argentino; había nacido en Berlín en el seno de una familia judía de clase media. Su verdadero nombre fue Peter Paul Weinschenk. Formado en la República de Weimar, huyó del ascenso nazi, pasó por la Guerra Civil Española y llegó a la Argentina, donde comenzó con "Nace un amor" de Luis Saslavsky y "Prisioneros de la tierra" de Mario Soffici.
En "Buscando a Tabernero" (que se verá jueves y sábado a las 20 por Cine.ar TV, y desde el viernes en Cine.ar Play), Eduardo Montes-Bradley indaga en las luces y las sombras de ese extraordinario periplo, en los antecedentes formativos de quien habría de transformarse finalmente en el maestro de toda una generación de iluminadores que incluye a Félix Monti y Ricardo Aronovich, entre tantos. Desde su casa en Virginia, cercana a la Universidad y a Monticello (residencia del presidente Thomas Jefferson) atendió las consultas de El Litoral.
-Lo primero interesante es el encuentro con el vecino en Estados Unidos que termina siendo hijo de un director de fotografía prestigioso durante 30 años en la Argentina, pero que a su vez no nació ni murió en el país. Si lo hubieras planeado, no se te hubiera ocurrido nunca.
-Hay una película que hice hace un tiempo que se llama "Le mot juste" ("La palabra justa"): una charla muy extensa en Jujuy con Héctor Tizón. Él decía que le maravillaba cómo nosotros los humanos estamos constantemente transhumando, moviéndonos de un lado para otro, emigrando de Rumania a la Patagonia y de allí a Canadá, y de ahí un hijo se va a hacer surfing a Australia (estoy hablando de casos que conozco).
Tengo ocho bisabuelos, como todos, y cada uno de mis abuelos viene de un lugar distinto, y un idioma distinto. Yo terminé en Buenos Aires, y como decía Borges: "Somos los únicos que podemos decir que somos europeos, porque somos la conjugación de todos. Los franceses son franceses, los italianos son italianos: no pueden ser europeos. Para ser europeo tenés que nacer acá" (risas).
Tabernero, en unas notas de referencia biográfica que escribió, se veía a sí mismo como el capitán de un barco a la deriva en un mar de tormentas y revoluciones. ¿Acaso no somos todos nosotros en gran medida eso?
Vos estás en Santa Fe. Me pareció muy interesante la conexión entre Tabernero y (Fernando) Birri en cierto momento, y entre Tabernero y la Escuela de Cine Documental. Birri es percibido como el padre del cine documental argentino. Si él es el padre, Tabernero es el abuelo, porque el único que estaba en condiciones de aportar conocimientos y experiencias en el mundo documental era él. Fernando tenía la capacidad de escuchar, pero no la experiencia.
-Acá estaba la voluntad de hacer cine documental, en Europa ya lo habían hecho, incluso Tabernero en la Guerra Civil Española.
-Antes de la Guerra Civil tiene una experiencia muy interesante en la República de Weimar con varios documentales. Incluso uno muy exótico sobre un viaje a la India y China, muy misterioso. Está dirigido por un antropólogo sueco, pero pagada por Lufthansa. Según lo que pude averiguar, en realidad Lufthansa estaba trabajando para la Luftwaffe, que era la Fuerza Aérea alemana. En ese momento estaba impedida de poder tener actividades, por el Tratado de Versalles; entonces hacen el documental para ir a ver dónde pueden hacer pistas de aterrizaje en el caso de una Segunda Guerra Mundial (risas).
Me lo imagino a Tabernero editando (era asistente de edición) esta película de cuatro horas, viendo los camellos, los mongoles, las minas exóticas... el tipo debe haber dicho "esto es para mí".
-Y en realidad estaba trabajando para los que lo iban a sacar.
-Sin comerla ni beberla. Y cuando llega a la Argentina ocupa ese lugar: se da cuenta de que finalmente accedió al exotismo: la Argentina es el lugar más exótico del planeta. Cuando llegué a Estados Unidos en el 79 había unas etiquetas para paragolpes que decían: "Dios está vivo". Y abajo: "Pero vive en la Argentina" (risas). Evita, Maradona, el Che, Messi, el Papa: ese país genera todo eso. Cuando Tabernero era jovencito en Berlín, bailaban tango.
-¿Cómo fue el encuentro con Henry Weinschenk que te dijo un día: "Mi papá era director de fotografía en la Argentina"?
-Nosotros nos juntábamos en una mesa de café, tipo "Polémica en el bar"; excepto que era en la Universidad de Virginia, entonces había un físico nuclear, un abogado de las Naciones Unidas; Henry es un industrial reconocido. Cada vez que alguien decía algunas cosas, hacíamos como Fidel Pintos: nos levantábamos y nos íbamos. Cada vez que Henry lo decía, todos: "¡Basta con tu papá!". Después me preguntaban a mí: "¿Vos conocés a algún Weinschenk en la Argentina?"; "No, no sé de qué está hablando.
Un día me dijo: "Me gustaría que investigues lo de mi padre...". "A ver, contame: ¿quién es tu papá?". "Bueno, mi papá era Pablo Tabernero". Fue como si me tiraran un balde de agua fría. "¿Por qué tu papá se llama Tabernero?". "Él se llamó Tabernero porque no podían pronunciar el nombre en la Argentina".
-Weinschenk es "servir vino" en alemán.
-Exacto. Le dije: "Creo que estás equivocado, no se lo cambió por eso". Averigüemos. Y ahí empezó la historia. Y en definitiva estaba averiguando cuándo nació el mito. Cuando nace Evita muere Eva Duarte; cuando nace Gardel muere Charles de Gard; cuando nace Cortázar muere Jules Florence Cortazar. Hay un naciemiento mágico, un rebautismo.
-¿Se lo cambia acá o en España?
-En la Argentina, después de la manifestación nazi en el Luna Park. Seis meses antes, julio del 37, se se estrena en Nueva York la película española en inglés "Furia sobre España". Era un documental de propaganda del bando republicano/anarquista. El New York Times saca una nota diciendo: "Muy bien hecha, excelente el trabajo de Pablo Weinschenk. Lamentablemente es un panfleto político". Inmediatamente el FBI toma nota. Cuando Weinschenk va a pedir la visa para venir a Estados Unidos le dijeron "vos no". Entonces se va a la Argentina con todos los otros "vos no".
-Lo venían corriendo: de la Alemania con ascenso del nazismo a España, donde gana el bando fascista.
-Se fue antes, cuando gana el bando comunista, porque estaba con los anarquistas. No por afinidad ideológica, sino porque Barcelona estaba dividida entre troskos, anarcos y comunistas, y se fusilaban entre ellos. Cuando él viene del frente de Aragón y muere (Buenaventura) Durruti, se debe haber asustado, porque los comunistas derrotaron a la CNT (anarquistas) y salieron a cazarlos.
Se va de Barcelona lo intercepta un pesquero a las órdenes de Franco y lo mandan al norte de África, a los cuatro días llega a Holanda. "¿Viene de Barcelona? ¿Alemán? En cana por comunista". Él era liberal, de centro. Nunca fue de izquierda.
Antes de la Argentina estuvo en Uruguay, porque no consigue visa. Venía con 1.000 dólares, y paga 600 para coimear al cónsul argentino para que le dé la visa. Y el cónsul es tan boludo que le da un recibo (risas).
Cuando llega a la Argentina viene con el culo fruncido. Termina de filmar la película con Luis Saslavsky, se vuelve a su casa, terminó: estaba haciendo las pruebas de laboratorio; cuando en el Luna Park tiene lugar el acto nazi de simpatía hacia la invasión a Austria: 25.000 personas. Sacó la cuenta rápido: "Si en la Argentina hay sólo 3.000 alemanes, los otros 23.000 quiénes son?".
-El diario La Prensa y el diario alemán de derecha sacan una carta de Hitler, en la que saluda al pueblo argentino por el apoyo, y decía: "Mantengan un ojo abierto porque en Argentina está lleno de judíos que quieren destruir al Tercer Reich". Este fue a la productora, en la calle Cangallo y pidió: "O no aparezco en los títulos, o aparezco como Tabernero". Y ahí nace: es un ejemplo de la influencia del fascismo en el mundo del siglo XX.
-¿Cómo fue el proceso de salir a buscar al personaje, tanto en los registro documentales como en las personas que pudieran hablar? Que estén vivas...
-Se me iban muriendo a medida que avanzaba (risas). Me pasó con José Martínez Suárez: "Lo espero en Buenos Aires, venga que vamos a charlar". Cuando llegué tuve que ir a la Chacarita porque lo estaban cremando.
-Entró, está la foto y cuenta la historia.
Yo vivo del documental: no hago cine de autor, sino cine de investigación. Cada película es un proyecto por el cual o tengo una beca o alguien me contrata. Fui contratado inicialmente por Henry para hacer la investigación inicial, que me llevó un año. Y la verdad que la pasamos bomba: primer paso fue ir a Berlín a encontrar la casa natal; Arosa (Suiza), Meinz (Maguncia, Alemania). Después fuimos a Barcelona a encontrar a un hermano de Henry, Ernesto, que nos dio muchísima documentación.
Henry es el mayor; Tabernero llegó casado con una alemana, sin hijos. Se estrena "Prisioneros de la tierra" en el 39, y nueve meses y un día después nace Henry: creo que es producto de la celebración.
Después del año de investigación necesitábamos aportes de producción para poder hacer la película, e hicimos un convenio con Soy Cine, con Rodolfo Durán: ellos aportaron la parte argentina y nosotros la norteamericana. Lamentablemente la parte argentina sufrió los avatares de la Nación: el pancho que me comí en Berlín a un dólar de 30 pesos lo estoy pagando a 200.
-¿Cuánto duró esa segunda etapa?
-Más o menos un año y medio. Todavía estoy por terminar la versión internacional, porque ustedes van a ver la versión argentina.
-¿Cuáles son las diferencias?
-La música es distinta, porque la legislación argentina te limita muchísimo lo que podés hacer creativamente con la música. Está pensada en el público argentino, entonces hay expertos locales que hablan sobre el tema, que en la internacional no necesariamente estén todos y agregaremos otros. Va a ser en inglés y estará dividida en tres actos: Alemania, España y Argentina, cada una de 30 minutos, porque saldrá en tres partes online. Y está enfocada hacia la cuestión académica: apunta a las cátedras de Historia del siglo XX, de Historia del Cine.
-¿Qué testimonios fueron los más interesantes?
-El de José Martínez Suárez es importante para mí, porque lo conoció personalmente; cuenta que cuando se bajaba de la estación y se iba acercando a la casa en Vicente López sentía el olor de los scons que cocinaba la segunda esposa de Tabernero; que se quedaba a tomar el té y a jugar con los chicos. Me gusta mucho, porque es la manera de entrar a una casa, si no estás puertas afuera. Los hijos de Tabernero también.
-¿La segunda esposa era argentina?
-Argentina de origen danés. Con ella tuvo seis hijos más.
-Él se va del país después de la Noche de los Bastones Largos. ¿Qué se sabe de su vida posterior?
-Tenía mi edad (60 años). Levanta campamento y se va con toda la familia a Nueva York. Pasan varias cosas: trabaja para un laboratorio muy importante, Cinelab, donde aporta sus conocimientos técnicos, que eran muchos y muy valiosos; con los que había contribuido a la fundación de Cine Alex en Buenos Aires. Era un gran técnico, ayuda en la construcción de una nueva cámara Mitchell. Traduce ensayos y manuales de operación para desarrollo de nuevas tecnologías de laboratorio: del alemán, el francés y el castellano al inglés. Creo que fue secretario de redacción del la revista de SMTP, revista del cine y la televisión.
-Ya no participa en películas.
-No, pero se convierte en un personaje de culto: (Ricardo) Aronovich viaja a verlo desde Francia cuando tiene que hacerle alguna consulta. Conocía la historia del cine por haberla vivido: del cine mudo al sonoro, del blanco y negro al color, del 35 mm al Cinemascope. Las vio todas.
-Trajo conocimientos al cine argentino. ¿Qué aprendió acá?
-A callarse (risas). A hablar español como un argentino. Es un gran camaleón: como buen exiliado aprende a sobrevivir copiando las actitudes de otro, para poder pasar disimulado. Muchos no sabían que era extranjero, otros pensaban que era un argentino que había vivido afuera.
-Alguna vez pensó en escribir una autobiografía, viéndose como "el judío errante". ¿Creés que de alguna forma esta película le hace una justicia a esa inquietud de decir "soy un sobreviviente del siglo XX que además estuvo en el cine"?
-Exacto. Me hago la siguiente pregunta: "¿Estoy siendo intelectualmente honesto con la memoria de este tipo, o lo estoy traicionando?". Creo que en este caso lo soy, aunque trato de serlo siempre. No estoy en la crítica de destruir mitos, aunque al principio se decía que yo hacía eso con Cortázar o Borges. Al contrario: hablé de aspectos de la vida de esta gente de los que no hablaba nadie. No tenía ganas de hablar de "Rayuela", tenía ganas de hablar de los poemas de la infancia. En todo caso lo estoy haciendo más grande, más dinámico, más completo.
De Tabernero se habla de su colaboración con Carlos Hugo Christensen, con Soffici. De eso que hablen los cinéfilos argentinos que hay muchos: hay 65.000 graduados de cine en el país. Que alguno escriba la historia de Tabernero en la Argentina: a mí me interesaba irme a comer un pancho a Berlín con el hijo.