Además del aire irrespirable de los últimos tiempos, que reduce la visibilidad, causa accidentes y hasta enciende las alarmas de las autoridades sanitarias, la Cuna de la Bandera atraviesa una cruda realidad vinculada a la violencia e inseguridad, entre otros aspectos.
La bronca y la impotencia por el aire intoxicado en Rosario producto de la quema de pastizales en las islas se hacen sentir muy fuerte no solo en redes sociales, sino también en verdulerías, supermercados, carnicerías, kioscos, bares, es decir, en todos los barrios. El malestar está por doquier y no distingue de gestiones gubernamentales. Tanto en el mundo digital como en el terrenal, la política no está dando respuestas, para nadie.
Los reproches a las diversas gestiones de los tres niveles son permanentes. Las personas volvieron a utilizar el barbijo, pero esta vez no para protegerse del Covid-19, sino para cuidar su salud de afecciones respiratorios por el humo de los incendios.
Desde el ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación, Juan Cabandié, pasando por el gobernador de la provincia de Santa Fe, Omar Perotti, el intendente de Rosario, Pablo Javkin, hasta el gobernador de la provincia de Entre Ríos, Gustavo Bordet: nadie está exento de las críticas.
La pasividad con la que se mueve la Justicia Federal entrerriana para avanzar con la causa que investiga a los responsables de las quemas, de la cual la Municipalidad de Rosario es querellante, también viene siendo blanco de potentes quejas por parte de la ciudadanía así como de distintos referentes de sectores ambientalistas y políticos.
Las pintadas con las que nuevamente amaneció este miércoles el Palacio de los Leones con frases como “Cómplices del fuego”; “inoperantes”; “Frente al ecocidio, organizate”, reflejan una descontrolada manifestación de lo que está sintiendo una inmensa mayoría de la población al ver que no hay acciones concretas que frenen los distintos fuegos.
Después de lo que fue el nefasto martes en Rosario, con un pico de smog que hizo prácticamente irrespirable a la ciudad durante toda la mañana y parte de la noche, hubo un punto de inflexión de no retorno entre las personas y los dirigentes políticos a quienes tildan de “no hacer nada” para frenar los reiterados incendios intencionales.
Una de las pintadas en la Municipalidad de Rosario.
En la vecina localidad de San Lorenzo, el propio secretario de Salud, Mariano Soria, reveló que “dos personas dieron positivo de carboxihemoglobina, una proteína que se produce de la unión de un gas tóxico, el monóxido de carbono, con la hemoglobina, la proteína de la sangre que transporta el oxígeno. En ambos casos, coinciden con la aspiración de humo proveniente de la quema de pastizales en las islas entrerrianas”.
Inclusive, admitió en radio LT8 una situación similar a la que padece la ciudad: “En estos últimos 60 o 70 días identificamos que en los centros municipales de salud se habían aumentado las consultas por tos seca, irritabilidad en los ojos y estados de alergia”.
No solo eso, sino que, a su vez, los expertos sugieren no realizar actividades físicas al aire libre porque el humo en el ambiente supera el límite de referencia de la Organización Mundial de la Salud (OMS) como sucedió este martes que lo sobrepasó cinco veces, según indicó el Centro de Monitoreo Meteorológico y Climático que lleva adelante el Sistema de Alerta Temprana (SAT).
Si bien ahora el titular de Protección Civil de Santa Fe, Roberto Rioja, confirmó el regreso del Ejército a la base de Alvear, tras haberse retirado justamente este fin de semana, el odio y la frustración de los santafesinos y santafesinas que vienen hace tres años respirando humo, difícilmente mermará.
En base a los pronósticos, el viento rotará al norte y sacará el humo de Rosario, pero “cambiará el trabajo en el terreno; un fuego que veníamos trabajando con una cabeza que avanzaba con viento sur (hacia el norte) nos cambiará el esquema y demorará un poco más las tareas”, explicó Rioja.
Y señaló que siguen con “controles permanentes” en Pueblo Esther, donde está el fuego que afectó a Rosario sobre todo lunes y martes.
Ya no alcanzan los discursos políticos para evitar el repudio social de una comunidad que, diariamente, tiene que cuidarse del smog. Que lee, escucha y ve que hay, por ejemplo, accidentes de tránsito en el puente Rosario - Victoria provocados por la neblina del humo.
El sábado y domingo manifestantes y ONGs volverán a cortarlo -con vigilia incluida- en protesta por las quemas y en busca de que se apruebe la necesaria Ley de Humedales, que podría darle un freno definitivo al ecocidio que se está produciendo en los Humedales del Delta del Paraná. Pero, sobre todo, mantener abierta la posibilidad de reconciliación entre la política y las personas, que hoy no ven atendida su propia agenda.
Se trata del peor momento que pasó la ciudad y alrededores. “En Rosario no se puede respirar”, dijo la notable escritora Claudia Piñeiro en el discurso inaugural de la Feria del Libro, que se desarrolla hasta el 18 de septiembre en el Centro Cultural Fontanarrosa, y tiene razón. El intendente de Villa Constitución, Jorge Berti, sintetizó el sentimiento general de la población en una frase contundente e irrebatible: “Nos toman de boludos”.