Redacción El Litoral
Luego de 50 años sin regresar a la Argentina, por la obra humanitaria que realiza en Madagascar, el religioso estuvo en Santa Fe para brindar una charla. Pidió “estar más cerca de la gente” y llamó a trabajar con “verdad y perseverancia” a políticos y ONGs.
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El padre Pedro Opeka estuvo en nuestra ciudad para brindar una conferencia sobre la reconocida tarea humanitaria que lleva adelante en Madagascar, donde ha rescatado de los basurales a más de medio millón de personas. La misma este viernes se desarrolló en la Sala Garay del Colegio Inmaculada.
Previo al encuentro, estuvo visitando el Cemafe con la compañía del secretario de Gobierno de la provincia, Mariano Cuvertino. Al respecto, Cuvertino destacó “la alegría de poder recibir a un argentino tan importante por su tarea comunitaria que desarrolla en África, que haya elegido visitar Santa Fe”.
Posteriormente, recibió la distinción de “Visitante Ilustre” por parte del intendente, José Corral.
En la sala de reuniones del piso de la Intendencia, Corral calificó la visita como “una bendición” y dijo que “nos invita a inspirarnos en él y en su obra porque hay mucho para hacer para la inclusión”.
Acompañado de representantes de distintas organizaciones como Conin y el Movimiento Los Sin Techo, Opeka dialogó con los medios presentes y pidió a los representantes del pueblo ser perseverantes y trabajar con la verdad, agradeció la tarea de las Organizaciones no gubernamentales y dio detalles sobre la obra que lleva adelate en África que lo vinculan con la posible candidatura al premio Nobel de la Paz.
Combate a la pobreza
En agosto de 1968, con veinte años, se fue de la Argentina para prestar su ayuda en uno de los países más pobres del planeta. Sólo volvió para ordenarse sacerdote en la basílica de Luján para regresar a Madagascar e instalarse de forma definitiva junto a los humildes.
“No tengo recetas mágicas. No se puede cambiar todo de un día para el otro, se necesita trabajo, verdad y perseverancia. La pobreza se combate en medio de los pobres y con los pobres”, expresó de forma enérgica quien recientemente cumplió 70 años.
De todas maneras, Opeka llamó a “estar más cerca de la gente y de todas las necesidades del pueblo”. Y que para que la ayuda se vuelva realidad es importante “el empleo y la salud”, continuando el trabajo “siendo honestos y verdaderos”.
El lema principal de la Asociación Humanitaria Akamasoa, fundada en 1990, es “todos tienen que trabajar para cambiar la realidad”. En el lugar, se ofrece empleo para la explotación de canteras y la fabricación de muebles y artesanías, además de escuelas para los chicos y dispensarios de salud.
A raíz de ello, el religioso fue contundente en su enfoque con respecto a la entrega de subsidios: “Yo no estoy en contra de los planes cuando son de verdadera ayuda para familias carenciadas. Estoy en contra de todo lo que hace de un hermano un ser dependiente, que tiene que vivir debiéndole dinero a alguien de arriba. Ese alguien no está haciendo el esfuerzo de darles ocupación y una casa digna”.
Labor humanitaria
Consultado por la realidad de la isla africana, el padre enfatizó que “en primera instancia trabajamos con la educación, alimentación y salud” como tareas urgentes. Luego, continuó con la importancia de la vivienda propia “porque hay mucha gente sin un techo”.
Respecto de su experiencia sobre el acceso a la vivienda digna, Opeka narró: “Hay que ser perseverante y escuchar al pobre. En mis casi treinta años, tuve más de 2900 reuniones con el pueblo. El que vivió en la calle se acostumbra a la pobreza. A ellos hay que decirles: ’hermano, no te quedes en la calle porque tus hijos merecen un futuro mejor que el que a vos te tocó’”.
“La pobreza en el África es muy grande. Hasta que me de la salud voy a seguir trabajando allí. El trabajo ya es popular, me toca ser la espina que les dice a los políticos lo que pasa y ninguno se anima a responder”
Problema de todos
Sobre la Argentina, prefirió no hacer comentarios muy precisos porque “no conozco bien cómo está la situación actual”.
Igualmente, el religioso comparó las realidades del país cuando emigró a la que se encontró en su vuelta. “A mí me gustaba mucho este pueblo, lloré cuando me tocó despedirme. Antes vivíamos entre hermanos y amigos. Ahora que vuelvo me encuentro con que el barrio en que vivía está encerrado en sus casas”.
Y continuó dejando un mensaje alentador: “a la gente les digo que nunca es tarde para poner de pie este país. Estamos en el mundo para vivir en la verdad y todos los que son elegidos por el pueblo para dirigir tienen que actuar acorde a ello”.
Para finalizar pidió a las organizaciones que trabajan por mejorar la pobreza que “sigamos con estas acciones que son urgentes y necesarias. No podemos tolerar nuestro paso por esta tierra con indiferencia. La pobreza es mí problema y el de todos”, concluyó.