Luego del partido que Los Pumas jugaron y ganaron ante Tonga en Osaka, hubo que realizar el operativo "vuelta a Tokio". Tercer traslado en 13 días. Movida de equipaje incluida, y en mi caso con las ruedas de la valija rotas, por ende, mi cabeza y mi cuello fueron el sostén de la misma.
Lo positivo, y algo que no deja de sorprendernos, es el tren bala, Shinkansen, para ser más específico. Un medio de locomoción que puede alcanzar, en su punto más alto, los 320 kilómetros por hora. Apunarse es algo normal en estos viajes.
La partida estaba prevista para la 9.53 y el arribo a Tokio a las 12.27. No hubo un minuto más ni menos en ninguno de los casos.
Venimos reflejando, y destacando la amabilidad de los japoneses. El orden y la puntualidad, son otras dos facetas en las que se destacan.
Todo funciona como debe ser. Obvio de esa manera pueden convivir tantos millones de habitantes en tan poco espacio.
Hay algo muy cierto en cuanto al Shinkansen. Es como el "Grundig": caro, pero el mejor (y más rápido).