El Museo de Arte Contemporáneo de la UNL, ubicado en Bv. Gálvez 1578 expone hasta fin de este mes, el trabajo de la artista visual Daniela Arnaudo con su muestra “Permiso para morir un poco”. Se trata de bordados, dibujos y videos performance.
La exposición de la artista visual Daniela Arnaudo se trata de bordados, dibujos y video performance. Los ancestros, la muerte, la memoria, el ritual son tópicos que atraviesan las obras.
El Museo de Arte Contemporáneo de la UNL, ubicado en Bv. Gálvez 1578 expone hasta fin de este mes, el trabajo de la artista visual Daniela Arnaudo con su muestra “Permiso para morir un poco”. Se trata de bordados, dibujos y videos performance.
Al ingresar a las salas del MAC, el recorrido invita a introducirse en el mundo de la artista a partir de un cuaderno de dibujos heredado de su bisabuelo, dos lienzos bordados, una sábana de sus abuelos dispuesta como pantalla para proyectar videos performance donde la artista es la protagonista.
“Todos mis proyectos están trabajados desde lo heredado, desde objetos y costumbres, y el bordado es una técnica que me enseñó mi mamá y mi abuela y me acompañó toda mi infancia y adolescencia. Desde la acción y recuperación de un oficio que perteneció a mis ancestros, fui incorporando el bordado a mi obra”, destaca Daniela Arnaudo.
Memoria y ritual
La artista exhibe un conjunto de obras de variadas técnicas y formatos. Su cuerpo se torna el hilo conductor de la muestra. Replica movimientos, dibujos y técnicas tomadas de sus ancestros. Las obras también se materializan en bordados que reproducen los dibujos de su bisabuelo y en videos-performance que registran la insistencia de un gesto en diferentes contextos, acciones repetidas en un tiempo (largo y constante).
“En el video performance, tomo acciones repetitivas, un movimiento que traslado a espacios naturales. Un movimiento simple que llamo plegaria, yo lo relaciono con lo ritual, que a medida que pasa el tiempo va cambiando de intensidad y de significación”, cuenta.
Expone los dibujos originales de su bisabuelo reflexionando sobre las memorias familiares. Con ellas establece un diálogo “entre lo personal y lo público, lo histórico y lo introspectivo”. El hacer de la artista se convierte en un gesto artístico que la ayuda a soportar las ausencias.
“Heredé un cuaderno de mi bisabuelo, de mi nono, que son dibujos de animales que él hacía en cuadernos de contaduría. Mi trabajo fue replicar esos animales en telas, con bordados que primero se mantenían fieles al dibujo original y que luego con mis experiencias, mis pérdidas, mi dolor, empezó a aparecer la muerte y la violencia entre los animales”.
En cada una de las piezas, encarna diversas tareas: la de transcribir, como si fuera una especie de “escriba”, para dar permanencia a un inventario de animales creado por su bisabuelo allá por la década de 1950, la de componer utilizando sus animales como modelos para bordar escenas de ataques, muerte, violencia, en sintonía con lo que va sucediendo en estos días y, por último, la de ejecutar una y otra vez un mismo movimiento, una plegaria en diferentes espacios naturales construidos.