Después de poco más de dos semanas de estar en Japón, y de probar las bondades de la gastronomía oriental en varias oportunidades, llegó un día muy especial: este miércoles volvimos a comer carne a la parrilla!
Después de poco más de dos semanas de estar en Japón, y de probar las bondades de la gastronomía oriental en varias oportunidades, llegó un día muy especial: este miércoles volvimos a comer carne a la parrilla!
El contexto fue más que especial. Este miércoles se realizó una recepción a la prensa acreditada en el Embajada Argentina en Japón. Estuvimos presentes junto también a dirigentes de la Unión Argentina de Rugby, empresarios y jugadores.
El Embajador de nuestro país, Alan Beraud, fue el anfitrión, y se encargó de saludar a cada uno a medida que íbamos llegando. “Siéntanse como en su casa”, nos decía mientras nos invitaba a pasar.
El edificio del consulado argentino, está ubicado en el pintoresco barrio Azabu-Juban, dentro del distrito de Minato. Ambientes simil antiguos con cuadros imponentes de artistas argentinos, fueron el escenario para el encuentro.
El acto protocolar se abrió con un pequeño discurso de Beraud y luego tomó la palabra el presidente de la UAR, el sanjuanino Marcelo Rodríguez.
Tras eso, la invitación al banquete. Una especie de entrada con comidas típicas argentinas como empanadas, guiso de lentejas y choripanes, donde se mezclaban también algunos pinchos de camarones con salsa golf. Pero la “vedette” de la noche estaba afuera. En una terraza contigua, había una parrilla, con el chef de la embajada (Claudio) que comandaba las acciones. Servía bife de chorizo, lomo, chorizos, cordero patagónico y varios cortes más que hicieron de nuestros deseos “argentos” un placer en el medio de tanto arroz y pescado.
De postre, también un clásico en celeste y blanco: flan casero con dulce de leche y crema.
También, durante el día, recorrimos el Palacio Imperial de Tokio, en realidad, parte de los jardines del mismo único lugar visitable para los turistas. El interior del palacio se abre al público durante solamente dos días cada año, el día del cumpleaños del Emperador y en año nuevo (2 de enero).
El Palacio Imperial es la residencia permanente del Emperador del Japón. Originalmente desde 1888 a 1948, se llamaba kyūjō (castillo palacio), la extensión total incluyendo los jardines alcanza los 3,41 km², dividido en cuatro grandes sectores.
El Palacio fue destruido por los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial, pero reconstruido en el mismo estilo en 1968.
Argentinidad e historia, en otra jornada inolvidable en Tokio.