Junta Provincial de Estudios Históricos
La búsqueda de la cabeza en la actual Iglesia de los Milagros de la Compañía de Jesús, responde a la confusión producida por la denominación coincidente del cementerio en el que realmente se hizo el enterramiento y el de la Iglesia que se quiere explorar.
Junta Provincial de Estudios Históricos
Ante informaciones periodísticas aparecidas en los últimos días, en las que se da cuenta sobre exploraciones a realizar en las inmediaciones del altar de la Iglesia de Nuestra Señora de los Milagros, en busca de un posible enterramiento de la cabeza de Francisco Ramírez, muerto en acción el 10 de julio de 1821, la Junta Provincial de Estudios Históricos de Santa Fe ha producido un informe en el que advierte que se estaría trabajando sobre una hipótesis errónea en la determinación del sitio probable donde se habría sepultado la cabeza de esta relevante figura de la historia rioplatense, corriéndose el riesgo de provocar innecesarias intervenciones en el patrimonio histórico y cultural de la ciudad bajo fundamentos inconsistentes.
El verdadero enterramiento
El informe en cuestión, que lleva la firma del presidente de la Junta, el historiador Alejandro Damianovich, ha sido presentado al Rector del Colegio jesuítico de Santa Fe, R.P. Fernando Cervera (S.J.) y al ministro de Cultura de la Provincia, Jorge Llonch. El documento sostiene que la cabeza del gobernador de Entre Ríos, muerto a consecuencia de su invasión a las provincias de Santa Fe y Córdoba, fue enterrada en el cementerio público de La Merced, que servía de campo santo a la Iglesia Matriz, tal como lo expresa con toda claridad Urbano de Iriondo en sus "Apuntes para la Historia de la Provincia de Santa Fe", espacio que se había habilitado como necrópolis de la ciudad en 1813 sobre las ruinas del antiguo Templo de los padres Mercedarios, abandonado por la orden hacia 1792.
El célebre caudillo había muerto al ser alcanzado por una partida conjunta de los gobiernos de Santa Fe y Córdoba en territorio de esta última provincia. En el enfrentamiento producido, Ramírez es mortalmente herido de un pistoletazo y el jefe de la partida decide enviar su cabeza a Estanislao López, quien ordena exhibirla en Santa Fe, en la Iglesia Matriz. La oposición del cura hizo que estuviera expuesta en la plaza, hasta que al regresar López de aquella campaña ordenó que fuera sepultada en el "cementerio de La Merced", según señala Urbano de Iriondo, cuyo texto ha servido de fuente confiable a los historiadores desde Bartolomé Mitre hasta hoy, sigue diciendo el Informe de la Junta santafesina.
Este cementerio ocupaba parte del cuarto de manzana que actualmente hace esquina en la intersección de las calles 9 de Julio y Mons. V. Zazpe. El plano de Marcos Sastre de 1824 lo identifica con claridad. En los asientos parroquiales los curas se refieren a él como "cementerio de La Merced", "campo santo de la Iglesia Matriz", cementerio parroquial, o simplemente como cementerio.
La búsqueda de la cabeza en la actual Iglesia de los Milagros de la Compañía de Jesús, responde a la confusión producida por la denominación coincidente del cementerio en el que realmente se hizo el enterramiento y el de la Iglesia que se quiere explorar, pues entonces los dos se denominaban de "La Merced". El testimonio que dio en 1998 un descendiente del médico que embalsamó la cabeza de Ramírez, que orienta la búsqueda hacia un punto ubicado debajo del altar de la Iglesia de los Milagros es fantasioso e inconsistente, señala el informe, frente a la contundente declaración de Iriondo, contemporáneo de aquellos hechos, cuyos dichos guardan armonía con la documentación disponible referida a las prácticas funerarias de aquellos días.
Fueron varias las tumbas ramiristas
Los restos del Supremo Entrerriano no fueron los únicos relacionados con esta guerra de 1821 sepultados en el cementerio de la Iglesia Matriz o de la Merced. También se inhumaron (esta vez con honores militares) los de los jefes de la escuadrilla entrerriana Manuel Monteverde y Sebastián Rodríguez, muertos el 26 de julio en un sangriento combate en la boca del Colastiné y, al año siguiente, los del comandante Juan José Obando, fusilado por conspirar contra Santa Fe en combinación con el hermano de Ramírez, Ricardo López Jordán. Todas estas tumbas se perdieron con la desaparición del cementerio en 1825 y las sucesivas edificaciones de la cuadra.
Nada indica que el lugar del enterramiento de la cabeza de Ramírez no estuviera señalizado, como lo estuvieron las tumbas de sus seguidores que compartían el pequeño cementerio, y la versión de un enterramiento secreto y oculto es solamente un mito. Lejos de ser un "desaparecido", Ramírez dejó tras de sí una leyenda y un sentimiento de admiración, aun entre sus propios enemigos, al punto que el secretario de López, el doctor Juan Francisco Seguí, le dedicó una obrita de teatro que finaliza con un epitafio laudatorio. La noticia de su muerte corrió por todo el país en papeles oficiales y en las gacetas porteñas. Iriondo consignó el sitio de su tumba porque era cosa conocida.
Conmemorar sin manipular restos mortales
El informe se cierra con la adhesión de la Junta Provincial de Estudios Históricos a la conmemoración del Bicentenario del fallecimiento del destacado caudillo federal Francisco Ramírez, a quien describe como "figura relevante en el proceso de definición del federalismo y del sistema republicano argentino", a la vez que niega que las manifestaciones de homenaje y reivindicación de nuestros héroes, necesiten "de la manipulación de sus restos mortales para ensalzar y emular sus valores cívicos con los que nos identificamos las generaciones que nos vamos sucediendo en la permanente construcción de la Nación".
Se estaría trabajando sobre una hipótesis errónea en la determinación del sitio probable donde se habría sepultado la cabeza Francisco Ramírez, corriéndose el riesgo de provocar innecesarias intervenciones en el patrimonio histórico y cultural de la ciudad bajo fundamentos inconsistentes.
La búsqueda de la cabeza en la actual Iglesia de los Milagros de la Compañía de Jesús, responde a la confusión producida por la denominación coincidente del cementerio en el que realmente se hizo el enterramiento y el de la Iglesia que se quiere explorar, pues entonces los dos se denominaban de "La Merced".