Este miércoles fue otro de esos días para colgar en un cuadrito. Los Pumas se despidieron del Mundial, y por ende, eso marcó mi última presencia en un estadio del lejano Japón. ¿Para siempre? Uno nunca sabe, pero la realidad marca que es poco probable que uno pueda volver a un destino como este.
En este miércoles bien otoñal, nos tocó conocer, aunque no muy a fondo en esta oportunidad, una nueva ciudad: Kumagaya.
Por lo que pudimos apreciar en el trayecto hasta el “Kumagaya Stadium”, un lugar mucho más sencillo que la fantástica Tokio o que las atractivas ciudades de Kioto y Osaka. No cuento a Hiroshima, porque su “atractivo”, tiene muchas otras connotaciones que vana mucho más allá de lo lindo que puede ser un lugar.
Sí observamos mucha parte rural, con campos (no tan grandes como los de nuestro país), pero todos con arroz como siembra principal. Algo bastante lógico, teniendo en cuenta que el arroz es la base de casi todas las comidas. Un dato extra: ¡es muy caro en cualquier supermercado! Por ejemplo, un paquete de dos kilos, cuesta 1000 yenes, es decir, unos 550 pesos.
El punto en común de Kumagaya, con el resto de los lugares que pudimos estar, es la cordialidad de la gente, que hace todo lo posible para que uno pueda estar lo más cómodo posible. Y ahí destacto a los voluntarios. Todos ellos identificados son sus uniformes para la ocasión. A lo largo de todo el camino, tanto cuando fuimos para el estadio como cuando nos volvimos, en el colectivo dispuesto por la organización de World Rugby, estaban ahí parados, al costado en la vereda, simplemente saludándonos agitando sus banderas, incluso cantando o estaban los que se animaban al “Vamos Argentina” o “Vamos Los Pumas”.
En las inmediaciones del estadio, durante la previa al partido, había un grupo de siete japoneses (seis varones y una mujer) que cantaban el himno de nuestro país.
En la cancha se observaron muchos (pero muchos) chicos de diferentes escuelas. Y justamente cuando fue el turno de que Los Pumas cantaran la canción patria, todos nos sorprendimos al escuchar de fondo a estos chicos que se aprendieron especialmente el estracto habitual, para acompañar a los jugadores.
El partido, la despedida a Leguizamón y la eliminación terminan siendo detalles, dentro de un contexto tan amable para todos los argentos que dijimos presente en Kumagaya.