Jueves 16.12.2021
/Última actualización 14:45
Hoy jueves 16, a las 21, se presentará en el Teatro 3 de Febrero de Paraná el estreno mundial de la obra “La Cruz del Sur”, cuyo autor es el músico oriundo de Esperanza Daniel Pacitti, radicado actualmente en Alemania. Se trata de una composición en la que las partes de la misa de Rito Romano están musicalizadas con géneros folclóricos latinoamericanos: Kyrie (copla-baguala), Gloria (saya), Credo (bailecito). Sanctus (malambo), Benedictus (vidalita) y Agnus Dei (zamba norteña-rito incaico).
El concierto será interpretado por el Ensamble Vocal Cantus Firmus y el Ensamble Musical de las Américas. El director de este espectáculo es Miguel “Otti” Gómez; el pianista, Franco Broggi; barítono solista, Alejandro Däppen; y tenor solista, Francisco Javier Scotta.
Se trata de la primera de cuatro presentaciones, auspiciadas por El Litoral, la Asociación Mariano Moreno, la Asociación Verdiana y la Sociedad Italiana de Paraná, el Gobierno de la Provincia de Santa Fe, la Cámara de Senadores de Santa Fe, la Municipalidad de Esperanza y el Teatro El Círculo de Rosario.
Para adentrarse en esta obra (cuyo itinerario sigue el domingo 19 en la Iglesia del Perpetuo Socorro de Rosario; el 20 en el Santuario Nuestra Señora de los Milagros de Santa Fe; y el 21 en la Basílica Natividad de la Santísima Virgen María de Esperanza) El Litoral contactó al compositor, acercándose a las sensaciones y esfuerzos que la gestaron.
Gentileza del artista A su llegada al país el compositor visitó en Buenos Aires los Estudios de Radio Nacional Clásica, donde aprovechó para conversar sobre esta obra.A su llegada al país el compositor visitó en Buenos Aires los Estudios de Radio Nacional Clásica, donde aprovechó para conversar sobre esta obra.Foto: Gentileza del artista
-¿Cómo surgió la idea de esta misa, y cuán inspiradoras fueron trabajos anteriores en el rubro, como la “Misa Criolla” de Ariel Ramírez, y experiencias propias sobre géneros argentinos, como el “Concierto Criollo” dedicado a Lionel Messi?
-Para quien quiera intentar escribir una misa en estilo digamos folclórico-clásico, en Sudamérica, no puede hacer a menos que tener como punto de referencia, tal vez el más alto, que es “Misa Criolla” de nuestro Maestro Ariel Ramírez. Es una idea que fascina y a la vez de dificultad elevada visto el farol tan alto que encendió el Maestro, y que nos ilumina. Son muchos los tentativos que hubo en distintos países de Centro y Sudamérica.
Personalmente estudié también varios compositores, inclusive menos conocidos, como los del barroco, del setecientos y período clásico, sean, en especial, italianos, franceses y alemanes. Son innumerables. Es decir un análisis formal, vocal, armónico, contrapuntístico y mismo estético musical. Los hay refinadísimos y rebuscado, y diría desconocidos al público, por decir alguno, Doménico y Andrea Gabrielli, Nicolò Jommelli, Luigi Cherubini, etc.
Lo interesante es el análisis semántico y estructural, la visión y perspectiva que dan los distintos compositores en el encarar la “forma misa”. Los alemanes dan una impronta distinta a los italianos, y los franceses, como siempre, revolucionarios, innovadores y buscan de alguna manera una inspiración, que según mi personal opinión, entran en un sendero que llevan de alguna manera al impresionismo, o parten de él si póstumo.
Respecto al “Concierto Criollo” dedicado al gran astro lo escribí luego, no están ligados.
-¿Hubo un trabajo exploratorio sobre los diferentes ritmos, o eran ritmos internalizados que ya sabía que quería poner en una obra?
-En el caso de “La Cruz del Sur”, cada parte de esta misa está identificada con una, dos, o más géneros musicales sudamericanos, danzas inclusive; los que tienen formas, cadencias y usanzas, tradiciones y ritmos característicos, la mayoría inconfundibles que nos identifican.
El ritmo como bien dijo Rossini es el espíritu de la música. La especie humana conoció el ritmo antes de la melodía, supongo. El ritmo y la armonía son dos elementos cósmicos, y el ser humano, inclusive los animales tienen un ritmo innato.
El ser humano desde los tiempos más remotos danzó, y luego cantó a base de ritmos. El ritmo viene del cuerpo. Sudamérica rítmicamente es infinita, una riqueza indescifrable. Podemos identificar Sudamérica con la palabra ritmo, diría.
-¿Cómo se fueron asociando cada uno de estos ritmos con la parte de la liturgia correspondiente?
-Justamente buscando (no sé si lo encontré acertadamente): el alma y espíritu relacionado con el texto, con cada parte litúrgica de la misa, correlacionando y conjugando una simetría, una identificación conforme a la sintaxis, morfología y semántica textual. La música es secundaria, es un acompañamiento, un sostén, y crea el ámbito y clima justo, una atmósfera ideal, inclusive creando un contexto en el tiempo y espacio.
-Compuso “Il Cantico delle Creature” basado en los textos y las ideas de San Francisco de Asís sobre la relación con los animales, la naturaleza, un mensaje que es actual por la forma en que nos relacionamos con el mundo hoy en día. ¿Cómo se proyectó esa influencia sobre “La Cruz del Sur”?
-De alguna manera están relacionadas, inclusive dos breves momentos de “La Cruz del Sur” son dos mosaicos del Cántico.
El Cántico es en estilo medieval y del renacimiento italiano, en especial, y europeo. Incluso influjos de oriente, siguiendo la tradición de Francisco de predicar cantando con acompañamiento musical, en dialecto y músicas populares de las respectivas regiones adaptadas a los textos; el todo revisionado, estilizado siguiendo la escuela impresionista francesa, como técnica compositiva reelaborando motivos y temas del pasado. Lo hicieron también los de la escuela, llamada del bresciano (italiana), por el 1920, denominada el barroco del 900. Mismo Stravinsky: lo hace en casi todas sus obras, algunas enteramente.
En fin, esto fue mi labor con el Cántico. Tuve la suerte de conocer estas fórmulas y técnicas estudiando orquestación y composición en el Conservatorio Ravel. Confieso que soy amante enamorado del impresionismo francés, no solo musical, pintura, escultura y viviendo cuatro años intensos en París, pude algo comprender y adquirir. Nunca dejé de visitar museos.
Aparte adoro a Picasso, sus obras tempranas, periodo azul, periodo rosa, periodo africano, cubismo, neoclasicismo, surrealismo y obras tardías. Y lo relaciono mucho con Stravinsky, se corresponden mucho, como Miguel Ángel con Beethoven, se puede establecer una relación, aunque de períodos distintos, si hablamos de forma y arquitectura musical.
“La Cruz del Sur” es un subseguir, lo transporté a otro continente y período, pero la técnica empleada es similar. Traté de ser tradicional, de alguna manera más popular, palabra que detesto si usada banalmente, en modo vulgar, o decadente. En cambio si significa la música que viene de la tierra y su gente, es material que infinidad de compositores utilizaron para darles una dimensión y dialéctica universal. Comenzando por todos los compositores rusos, o los que trabajan por excelencia con material folclórico, como Bela Bartok, Smetana, Janacek, Enescu o Villa-Lobos, Ginastera, Guastavino, Buchardo, Revueltas, etc.
-¿Cómo influyó la pandemia de Covid-19 en la reactualización de esta espiritualidad que es a la vez un “ser en el mundo”?
-Personalmente tuve el Covid, creo dos veces, ¡la segunda seguro! la primera no me di cuenta, febrero del 2019, pero estuve un mes malísimo, cuando volví de Igualada. Viví el Covid desde el inicio, estuve girando por Cataluña, diez ciudades, cuando comenzó, ni sabía lo que era, resulta que estuve en Igualada, lo más tranquilo por todos lados, y a la semana era el foco catalán, en cambio en Italia, Milán, paralelamente era el foco un pueblo a siete paradas de subte de mi primera casa. Lleno de amigos, una catástrofe.
De ahí seguí hasta hoy esta tragedia humana. Volvió en Alemania. Me cambió la manera de pensar, reflexioné creo cada día al respecto. Cada país de Europa lo vive distinto, cada región diría. En fin, ahora estuve en Estados Unidos, antes en Suecia, etc. Es un drama, y ese temor, y reglas, y burocracia, papeles, permisos, según los países, y cuidarse, cuidarse.
Ya voy en automático, aprieto botones con los codos, rodillas, distancia, es que no me puedo permitir por tercera vez. ¡Es un desafío al “no hay dos sin tres”!
-Hay una voluntad en la obra de reconectar con un sentir latinoamericano. ¿Cómo se vivencia la relación con esa vibración, esos timbres, después de tantos años en Europa?
-No quiero pecar de soberbia. Me parece ya de ser ciudadano no digo del mundo, pero de varias naciones, hablo varias lenguas, pienso en distintas lenguas, relaciono los conceptos en distintas lenguas; en fin, me adapto por necesidad laboral.
Es como que uno tiene varias vidas en paralelo, a según donde, cuando, y debe amoldarse a las circunstancias; sobre todo aprender a ubicarse, a respetar donde uno se radica por un tiempo, asimilar, percibir, relacionarse y comportarse correctamente donde uno es huésped de alguna manera, inclusive un intruso a veces.
Lo que uno no pierde son las raíces, nunca, y las lleva en lo más profundo, en el bien y en el mal. Todo evoluciona, todo cambia, y a su vez todo perdura tal cual. Digamos que es como aplicar las teorías de Parménides y Heráclito, los dos válidos, contrastantes, pero razonables e idóneos. Es tu primer amor. Pero confieso que Italia es también mi patria, viví mucho más que en Argentina, e intensamente, le debo mucho.
Pero esta obra es como decir “Volver” luego de haber navegado varios mares, océanos, a tu puerto, inclusive habiendo superado varias tempestades, tormentas y algún huracán.
-La obra está escrita para coro, solistas vocales (barítono y tenor) y ensamble instrumental (piano, dos guitarras, flauta, aerófonos latinoamericanos, charango y percusión). ¿Ese orgánico estuvo desde el origen, o en algún momento se pensó en una instrumentación más camarística clásica?
-Este orgánico instrumental corresponde a una vieja idea, a un viejo convencimiento en el cual creo sin duda alguna. Escribí tres conciertos criollos, para violín, viola y cello y estoy trabajando para otros instrumentos. Tienen una versión en dúo con piano, otra con orquesta sinfónica y para completar una con este tipo de ensamble instrumental, que lo denomino de las Américas, las misma formación con el cual escribí “La Cruz del Sur”.
-¿Cómo se dio el contacto con Miguel “Otti” Gómez para que lleve adelante la obra con el coro que dirige, Cantus Firmus, y con este Ensamble Instrumental de las Américas?
-Bueno, agradezco a Santa Cecilia, los Ángeles Querubín y Serafín, que hicieron que conozca a Otti Gómez, Cantus Firmus, la Verdiana y estos músicos espléndidos del Ensamble de Paraná. Mismo al pianista Franco Broggi, mismo al tenor Francisco Scotta y al barítono Alejandro Däppen. No puedo decir más, agradecido y honrado por esta compañía. Los conocí por casualidad, una coincidencia. Quien sabe si por interferencia de las estrellas.
-Tradicionalmente preparó y dirigió sus propios estrenos mundiales. ¿Cómo fue trabajar a la distancia con el equipo y los artistas para esta obra? ¿Sobre qué aspectos de la interpretación enfocó sus indicaciones?
-Trabajar con Otti es re fácil, y aprendo de él. No tuve que hacer mucho, porque sabe de antemano lo que le quiero decir, o lo que escribí, es un estudioso, responsable, puntilloso. Aporta, enriquece, contribuye e interpreta en modo puntual y preciso. En fin un profesional serio. Es el artífice de esta obra. Concierta estupendamente, con fantasía, creatividad. “Bravissimo”.
-Después del estreno en Paraná la obra girará por Santa Fe, Rosario y su ciudad natal, Esperanza. ¿Hay un sentimiento especial en poder brindar esta música para los propios?
-Es auténtico, ideal y lógico que esta obra sea hecha por especialistas en la materia, en la tierra originaria, desde las fuentes y bagajes culturales que la generan , y para el pueblo del cual viene su índole, su karma, su identidad. Es decir en arte respeta una ley de causa y efecto y viceversa de efecto y causa. Cuando así entra dentro de un canon difícil de ejecución.
El público es protagonista también, da ese magnetismo, esa magia, energía, que entra en simbiosis con el sonido. Y a quien debemos inmensamente agradecer: sin el público no existe nada, ni tiene sentido nada y no perdura nada.
Cuando se estable en la sala esa simetría y congruencia en un recíproco sentir, bien, esa interacción es fundamental y hasta divina. Lo dijo Wagner: si el artista no siente lo que expresa imaginemos que siente el público. Y podríamos afirmar: si el público no siente nada quiere decir que los artistas no están ejecutando debidamente.
El público de alguna manera es juez y al mismo tiempo actor, intérprete de la interpretación y testimonio directo.
-Volviendo al “Concierto Criollo” para violoncello y orquesta, el vínculo con Messi le dio un reconocimiento extra en la Argentina; pero es una obra que fue interpretada por la Filarmónica de Berlín. ¿Cómo fue su génesis y escritura?
-Yo no busqué ningún reconocimiento extra. Es más, cuando dije a algunos en Europa que lo empecé a escribir, justo cuando lo criticaban en Argentina, que me parecía una injusticia, una barrabasada, y algo en neto contraste con el consenso mundial. Argentina fue injusta con Ginastera, mismo con Guastavino, y ni hablar con Piazzolla.
En fin, dije escribo esto pensando a toda una serie de factores, particulares que hacen nuestra índole. Parece una obra simple, en realidad es compleja en su interior. Y tiene infinidad de datos, códigos, hasta una cierta filosofía criolla, mismo gauchesca.
Le diré que yo estuve muchísimas veces en la Filarmónica de Berlín en tantos conciertos, jamás vi de pie aplaudir el público. Cuando terminó este concierto el público se puso de pie a aplaudir, y le digo algo raro todavía; lo hicimos dos días antes en Suiza, misma orquesta, solista, en Bellinzona, en un teatro donde yo actué muchas veces, jamás vi alguien de pie. Bien, terminó el concierto y el público en todo el teatro de pie. Me pareció raro, cuando lo vi en Berlín de nuevo, me emocionó.
No creo que fue la música, creo que el público aplaudió a Messi, lo mío era solo la columna sonora de una película. Eso para explicar a quien lo criticó que estaba orinando fuera del tarro, pido disculpa a todas las damas y caballeros por la expresión poco francesa.
En síntesis el “Concierto Criollo” representa el espíritu criollo por excelencia, aquel que es la suma de todo lo nuestro, lo autóctono y la suma de los inmigrantes.
Traté de sintetizar, de diseñar, esculpir, pintar y narrar con notas estos surcos, peregrinares; por ejemplo el segundo movimiento, “Remembranzas”, es una payada, el violoncello en torno al fogón paya con los distintos instrumentos de la orquesta, un diálogo gauchesco, criollo, donde el fogón emana infinitas mentas.
El primer movimiento se llama “Arrabal”, y trata de la construcción de las urbes, mismo pueblos y naturalmente barrios. El tercero se llama “Tangool”: es Messi que marea, hace goles, y es infrenable, un mago con botines. Tiene también influjos de música catalana, y que los mismos emigraron a Argentina; están fundidos con lo étnico del cono sur.
-¿Hay otros proyectos en marcha de esta envergadura, tanto sacros como profanos?
-Proyectos tengo tantos que no me alcanzará la vida. Trabajo a un réquiem, a una ópera, y otras composiciones.
Quiero agradecer al diario El Litoral, a todos sus dirigentes, todo su personal, ya que es para nosotros un honor y reconocimiento noble, y un sostén para la cultura, educación y prosperidad de la ciudadanía. Buenas fiestas para todos y desde ya todos invitados a “La Cruz del Sur”.